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Prozac y el mito de la píldora

  • Revista Afluente
  • 15 jul 2021
  • 6 Min. de lectura

El prozac es un medicamento psiquiátrico funestamente famoso en Occidente. Tiene una historia interesante y una fama aún más trascendental. En esta columna usaré lo que representa dicho medicamento para explicar uno de los mitos más famoso en la posmodernidad occidental: el mito de la píldora.


En 1950, el mundo trastornado aún por la Segunda Guerra Mundial vivía un particular incremento de casos psiquiátricos en el globo. La psiquiatría no era una especialidad médica famosa antes de esa década; en ese momento la infectología seguía siendo una especialidad de gabinete muy necesaria en el mundo particularmente por la polio y la malaria. La psiquiatría tenía un desarrollo muy a parte de la medicina más cercana incluso con la psicología.


Pero todo cambió cuando una serie de enfermedades como estrés postraumático, demencia senil, la ansiedad, trastornos obsesivos-compulsivos (estos particularmente en el llamado en ese momento Primer Mundo) pero sobre todo dos afecciones muy famosas que son la depresión y la esquizofrenia incentivaron la investigación en fármacos diseñados para tratar estas enfermedades, surgen así los llamado antipsicóticos, psicotrópicos, anti ansiolíticos y los más famosos los antidepresivos.

La historia del Prozac inició en 1974. EN ese amo, en las instalaciones de Eli Lilly en Estados Unidos se aíslo por primera vez la molécula llamado fluoxetina, que es el fármaco del que posteriormente se llamaría Prozac. La fluoxetina funciona de manera similar a otros antidepresivos: “aumentan la cantidad de neurotransmisores en el cerebro. Los neurotransmisores son las sustancias químicas liberadas por las células nerviosas para estimular las neuronas, pasando así impulsos a través del sistema nervioso. Se cree que la depresión se ve especialmente afectada por los niveles de los neurotransmisores serotonina y norepinefrina. Los antidepresivos difieren en cuanto a qué neurotransmisores aumentan y cómo lo hacen” (Science History Institute, 2017).


Antes de 1970, los antidepresivos más famosos como el Marplan y el Parnate eran de tipo inhibidor de la monoaminooxidasa. Se caracterizaban por ser extremadamente inestables en algunas ocasiones y provocar muchos efectos adversos desagradables. Despues de 1975, el Prozac y hermanos como el Paroxetine y el Citalopram cambiaron el juego en el plano de la psiquiatría clínica al configurar los llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).

Estos medicamentos pronto llamaron la atención (y le dieron millones de dólares a Eli Lilly Company) de muchos investigadores externos y tenían razones para que les llamara la atención. Descubrieron que a diferencia de los tricíclicos, los ISRS no afectan la acetilcolina. Para mayor ubicación y volviendo a nuestros tiempos en el CCH o la Prepa es un este producto de la síntesis del metabolismo de la glucosa a partir de la colina y la acetil coenzima A.


Esto es Ciclo de Krebs. Pero los ISRS son medicamentos inteligentes porque “son más selectivos; al afectar solo a la serotonina (y no a la acetilcolina), generalmente causan menos efectos secundarios. Además, los ISRS rara vez son letales en caso de sobredosis” (Science History Institute, 2017). Este es el punto al que quería llegar.


Antes de pasar a lo siguiente, sobra decir que la fluoxetina pasó años en un anaquel de Eli Lilly hasta que consiguió la aprobación de la FDA para su comercialización. Paso claro cientos de pruebas primero en animales y luego en humanos. Una hecho interesante es que su atraso en la salida al mercado se debió a que en la década de los ochenta el mundo occidental era azotado por la pandemia de VIH/SIDA y los esfuerzos por un medicamento contra el retrovirus opacaron la investigación de otras fármacos. Si deseas saber más sobre la historia del VIH/SIDA y cuál fue el nombre del primer antirretroviral aprobado te invito a leer mis columnas sobre el tema aquí mismo en la Revista Afluente.


En fin... “en 1988, la empresa farmacéutica Eli Lilly and Company introdujo Prozac (fluoxetina), un nuevo tipo de antidepresivo más seguro y eficaz que los de épocas anteriores. El desarrollo de este fármaco tan innovador fue realizado por tres investigadores de Eli Lilly: Ray Fuller, David Wong y Bryan Molloy” (Science History Institute, 2017). Estos tres investigadores pasaron a la historia de la medicina y la farmacología porque le añadieron algo a los antidepresivos que no tenían antes: seguridad, efectividad y sobre todo potencia.

Ahora bien, Prozac fue inicialmente introducido como un medicamento contra la depresión y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Su bien documentada seguridad le ganó de mucha popularidad entre los psiquiatras en la década de 1990 quienes descubrieron en esos años que también resulta efectivo contra la bulimia nerviosa, la disforia premenstrual y el trastorno de pánico. En 2001 expiró la patente original de Eli Lilly y se convirtió en un medicamento genérico.


Dada su expansión generalizada entre 1990 y el año 2000, se redescubrió que es efectivo en menor medida tambien para tratar el alcoholismo, el TDA en niños, algunos trastornos del sueño como la narcolepsia, migrañas, estrés postraumático, síndrome de Tourette (una curiosa enfermedad que te hace vociferar obscenidades) y algunas otras afecciones menores. Dado que la dosis de 20 mg es al parecer tan efectiva surgió en torno a ella un mito famoso dentro de las sociedades occidentales: el mito de la píldora.


En pocas palabras, el mito de la píldora afirma que gracias al desarrollo de los fármacos particularmente los psiquiátricos y más específicamente de los antidepresivos los problemas no existen si tomas tus píldoras. Si tomas Prozac, estarás feliz; si tomas Clonazepam o Diazepam no tendrás preocupaciones pues ellos se encargarán de tu ansiedad. Pero también se afirma bajo este mismo mito que, si bien existen esas soluciones farmacéuticas, llegar a necesitarles es un símbolo de derrota y de debilidad, de que no puedes resolver tus problemas y no eres apto para desenvolverte en la sociedad.

Sí tienes que tomar este tipo de pastillas tómalas, son efectivas, pero eres débil. El Prozac tiene la fama de que, a pesar de ser un éxito de la farmacología moderna y de su gran seguridad de uso, es el medicamento origen de la negatividad hacia los medicamentos psiquiátricos.


El mito de la píldora, en mi opinión, tiene repercusiones aún más obvias en un país como México. A cuantos de nosotros no nos dijeron que los psicólogos no sirven para nada y que hay que evitar a toda costa tener que tomas drogas que te idioticen (en referencia a los antidepresivos). En un país como México está muy mal visto que una persona tome esta clase de medicamentos, y no estoy seguro, pero quizá en otros países de América Latina y en regiones de Occidente duro como Europa y Estados Unidos debe tener sus connotaciones.


Es cierto que las benzodiacepinas como el clonazepam generan adicción pero el cuerpo solo tarde tres semanas en deshabituarse del fármaco. No significa que una persona que toma benzodiacepinas vaya a tomarlas de por vida o se vaya a volver adicta. Una persona que toma Prozac claro que dejará de tomarlo en algún momento, claro una cosa es un ansiedad y otra depresión y llevará más tiempo la terapia pero en algún momento el paciente lo superará.

Las personas que acuden a los psiquiatras son personas valientes que asumen el tratamiento de enfermedades que son como cualquier otra dígase psitacosis, neurocisticercosis o una simple tos pero que tienen una prejuicio tan estúpido y homogeneizador como lo es: estás loco. Los problemas psiquiátricos no se resuelven con un échale ganas, claro que es necesario apoyarse en píldoras pero esas píldoras no harán a una persona estúpida, ni menos confiable, ni significa que está loca sino que no está enferma porque no es capaz de generar sus propios neurotransmisores. El mito de la píldora es una simple reacción a la novedad que representó el Prozac pero no significa que vayamos a entregar nuestras vidas solo porque nos da flojera vivirla o se es débil para enfrentarla a la farmacología.


Ya es suficiente de ridiculizar a las personas con trastornos psiquiátricos y de burlarse de sus tratamientos porque nosotros si estamos cuerdos. Los antidepresivos, las benzodiacepinas, los anti ansiolíticos, antipsicóticos y demás medicamentos psiquiátricos desde mi perspectiva son aún tratados por los gobiernos de forma especial, como si estuvieran etiquetados para los locos del Instituto Nacional de Psiquiatría en San Fernando. Estos medicamentos son medicamentos como cualquier otros y deben ser tratados como un bien para las personas que los necesitan y deben ser accesibles para la población que los podría llegar a necesitar.


Alguna vez escuché que esta es la mejor época de la historia para enfermarse y quizá sí pues si te da una trombosis basta con que te inyecten una sola dosis de heparina, pero lo que falta desde mi perspectiva es que hagamos posibles que esta también sea la mejor época para enfermar psiquiátricamente y poder tomar 20 miligramos de Prozac o de Diazepam sin ser tachado de loco.


Referencias

Science History Institute. (2017). Ray W. Fuller, David T. Wong y Bryan B. Molloy . Obtenido de Science History Institute: https://www.sciencehistory.org/historical-profile/ray-w-fuller-david-t-wong-and-bryan-b-molloy


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