Por Marco Antonio Escalona Villaseñor, columnista senior
Twitter: @m_villasenor_
Fuente: Educación 3.0
Supón que un dÃa cualquiera se te ocurre de la nada un experimento metodológico, estadÃstico y conceptualmente diseñado para averiguar que tan homosexual es una persona y qué tan heterosexual es otra. Pues algo asà le ocurrió a un sexólogo estadounidense llamado Alfred Charles Kinsey a mediados de la década de 1940.
La historia de Kinsey es bastante interesante. El hoy gran sexólogo especialista en la orientación socioafectiva era un metodista declarado desde que nació en 1894 en Nueva Jersey hasta que de la nada y por elección propia les dijo a sus padres en 1908 que era un ateo. Kinsey estudió biologÃa en la Universidad de Bowdoin en Maine. Posteriormente estudio la maestrÃa en la misma ciencia en la Universidad de Harvard y después se incorporó como académico en la Universidad de Indiana.
Hay algo que yo admiro de Kinsey: era un rebelde. Kinsey a diferencia de otros profesores de la Facultad de Ciencias de Indiana se centraba en temas espinosos o poco estudiados, uno de ellos era la sexualidad humana. Esto en plena década de 1930 y 1940. Algo insólito de Alfred Kinsey eran sus cursos, mientras otros académicos daban cursos de principios de la biologÃa, Kinsey alguna vez creó un curso del matrimonio, muy osadamente logró que los interesados (que obviamente eran parejas al borde del divorcio) le dieran información sobre sus comportamientos sexuales en la privacidad de su hogar.
Kinsey también era un personaje polÃticamente progresista. De hecho, cuando la Asociación Estudiantil de Mujeres de Indiana solicitó a la universidad estatal adecuaciones a sus planes y lapsos de estudios extraordinarios para mujeres casadas o que iban a casarse, Kinsey se ofreció a estudiar estas exigencias para ofrecer propuestas que satisficieran a las mujeres con relación al papel y presencia que ocuparÃan en el campus.
Pero se dio cuenta de algo, en plena década de 1940 Kinsey notó que no se sabÃa nada sobre la sexualidad humana de manera integral; biológicamente sabÃamos lo que de hecho seguimos sabiendo hoy: en términos anatómicos, los hombres introducen su pene en la vulva de una mujer… El sexólogo querÃa saber más, ¿Qué pasaba con las sensaciones personales? ¿Todos los hombres hacÃan únicamente ese acto, el de penetrar a una mujer o hacÃan otros actos? ¿Todas las mujeres eran penetradas o querÃan ser penetradas durante toda su vida? ¿La sexualidad es completamente homogénea de manera vitalicia? Pero la pregunta por la que Kinsey se hizo famoso es ¿la sexualidad fluye?
Fue asà como un dÃa a Alfred Kinsey se le ocurrió el diseño de una prueba para saber que pasaba con la orientación sexual de las personas alrededor de toda su vida. Este estudio consiguió el financiamiento de la Fundación Rockefeller y se aplicó en 1947, los resultados vieron la luz en 1948. La muestra contemplaba 18,000 historias y cuestionarios respecto a las experiencias sexuales del mismo número de hombres en diferentes partes de Estados Unidos, todo ello bajo una muy importante confidencialidad.
Años después, Kinsey aplicó el mismo examen a 18,000 mujeres bajo igualdad de condiciones. La razón respecto a por qué eligió a las mujeres se estudió hasta 1953 y nunca fue bien aclarada. Sea como sea, en su conjunto, los informes establecieron hallazgos más que novedosos para la época. Kinsey solo querÃa evaluar los resultados bajo tres modelos de orientación sexual: heterosexual, bisexual y homosexual, pero sus compañeros de trabajo añadieron un cuarto modelo explicativo: asexual. Aunque me encantarÃa analizar cada uno de los hallazgos de Kinsey, solo me limitare a resumirlos de la siguiente manera:
En el caso del comportamiento sexual masculino, Kinsey llegó a la conclusión de que
1. El 37% de los hombres entrevistados experimentaron alguna vez un orgasmo homosexual.
2. El 13% de los varones sintieron deseos homosexuales. No significa que hayan tenido contactos homosexuales.
3. El 25% de ellos tuvieron experiencias homosexuales no incidentales entre las edades de 16 a 55 años.
4. El 18% mantuvieron igual número de relaciones heterosexuales como homosexuales durante un perÃodo mÃnimo de 3 años.
5. El 10% tuvo una conducta estrictamente homosexual durante un perÃodo de 3 años mÃnimo.
6. Solo un 4% manifestaba una conducta estrictamente homosexual durante toda su vida. (Kinsey, 1948)
Para el caso de la mujer, los hallazgos fueron un tanto distintos y no tan sorprendentes como el de los hombres pues:
1. Solo un 13% de mujeres habÃan experimentado algún orgasmo homosexual en algún punto de su vida, la mayorÃa durante su adolescencia.
2. Solo un 3% de las mujeres habÃan sido predominantemente homosexuales durante un perÃodo de 3 años como mÃnimo.
3. Cualitativamente hablando y al contrario de los hombres, las mujeres exhibÃan un comportamiento menos promiscuo y tenÃan sus relaciones homosexuales solo con 1 o 2 compañeras en el 71% de los casos. (Kinsey, 1953)
Hubo casos excepcionales que no mostraron interés alguno en el sexo o bien sus contactos sexuales habÃan sido incidentales o no necesariamente conectados con los sentimientos o la atracción fÃsica. Se trata de los asexuales. Pero todos estos hallazgos sirvieron para crear la Escala de Kinsey un elemento estadÃstico que grava en siete diferentes grados el comportamiento sexual humano. La escala va de 0 que significa exclusivamente heterosexual hasta 6 exclusivamente homosexual, adicionalmente se añadió el escalar X que significa asexual. AsÃ, inició una serie de discusiones tan polémicas que los Informes Kinsey fueron discretamente ocultos para la mayor parte de la población ya bien entrada la década de 1950.
No me da el espacio para explorar cada nivel de la escala, pero lo tratará de resumir asÃ:
X: Asexualidad
0: Exclusivamente heterosexual
1: Heterosexual con contactos homosexuales esporádicos azarosos
2: Heterosexual con contactos homosexuales más que esporádicos
3: Bisexualidad
4: Homosexual con contactos heterosexuales más que esporádicos
5: Homosexual con contactos heterosexuales esporádicos azarosos
6: Exclusivamente homosexual
Bien, en la presentación de los hallazgos finales, Kinsey escribió una conclusión general que versaba asÃ:
"(...) la continuidad de los grados entre las historias de los exclusivamente heterosexuales y los exclusivamente homosexuales, ha parecido deseable el revelar algunos tipos de clasificaciones que podrÃan estar basados en montones de experiencias heterosexuales y homosexuales, o las reacciones en cada historia... A un individuo le puede ser asignada una posición en esta escala, para cada periodo en su vida... Una escala de siete puntos está más cerca de mostrar los muchos grados que actualmente existen" (Kinsey, 1953, p. 5)
Kinsey demostró asà cientÃficamente que la sexualidad sà es fluida. Kinsey mandó al diablo la taxonomÃa del uranismo, la supuesta desviación homosexual, los virus gay, esa nefasta idea de la espiritualidad en la sexualidad que nada explica y un montón más de teorÃas estúpidas sobre la homosexualidad y la heterosexualidad. De hecho, Alfred Kinsey reivindicó a Karl-Maria Kertbeny, el primer investigador que estableció el vocablo de heterosexual y homosexual. De hecho, es un iniciador del movimiento homosexual, pero es algo relegado por razones históricas. Con Kinsey surge asà el constructo biosociológico del continuum hetero-homosexual un elemento que hasta el dÃa de hoy genera sus debates dentro de las ciencias sociales y de la salud.
Ahora bien, ¿qué podemos concluir polÃticamente de la labor de Kinsey? Kinsey logró demostrar que la homosexualidad no puede ser tratada como una novedad, sino que se debe vivir con ella pues existe, se da simplemente. Si te das cuenta, muchos adolescentes de entre 16 y 25 años caen en la categorÃa de bisexuales, si como sociedad no se les permite experimentar como Kinsey decÃa en distintos momentos de su vida otras experiencias sexuales, la persona se va a frustrar, la persona se va a entristecer y quizá pueda llegar al suicidio.
Kinsey demostró asÃ, la faceta más polÃtica de la sexualidad humana: nadie es 100% hetero ni nadie es 100% homosexual en ningún punto de su vida. La humanidad tiene mucho que aprender de su propio comportamiento, pero si no permite la realización de estudios en temas tan espinosos y difÃciles de tratar más de una persona nunca podrá saber quién es y para quién está en este mundo.
La defensa de las orientaciones sexuales podrÃa no ser tanto un tema de deber, si no una cuestión de derechos humanos. Si los derechos humanos existen para lograr la plena realización de la persona, asà como el advenimiento de su felicidad, permitir que pueda moverse libremente por la Escala de Kinsey sin el riesgo de salir lastimado (por decirlo de alguna manera) es la herencia polÃtica de Alfred Kinsey.
Referencias
Kinsey, A. (1948). Sexual behavior in the human male. Agosto 22, 2021, de Academia: https://www.academia.edu/1501270/Sexual_behavior_in_the_human_male
Kinsey, A. (1953). Sexual Behavior in the Human Female. Agosto 22, 2021, de Project MUSE: https://muse.jhu.edu/book/42036