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Exopolítica: el caso de Sector 9

Por Marco Antonio Escalona, estudiante de Ciencia Política de la UNAM. Columnista senior de Afluente

Twitter: @m_villasenor_


Fuente: Senscine.com


Las Relaciones Internacionales son el estudio de las relaciones entre potencias en un amplio sentido político, cultural, económico y social. Uno de sus grandes objetivos es incrementar la cooperación entre las naciones y su institución de referencia son las Naciones Unidas. Pero las relaciones internacionales tienen un límite: la extensión de las masas continentales de este planeta. Aunque, si nos ponemos muy exigentes el límite último de las Relaciones Internacionales es la atmosfera terrestre.


Pero para no complicar esto, diremos que el límite de las Relaciones Internacionales (RR. II.) está dado por la geografía del planeta Tierra. En sentido simple, las RR.II. tienen relevancia solo entre Estados terrestres a nivel de suelo. Sé que puede sonar un tanto raro lo que estoy diciendo pero dame un momento. Más allá de la estratósfera el único documento legal que la humanidad ha suscrito es el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre. Ésta es la base del Derecho Internacional del Espacio Exterior. Sí, sé que esta columna ya se puso más rara.


El nombre completo del documento es Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes. No me voy a poner a analizar el tratado internacional pero en suma lo que dice el documento es que el espacio le pertenece a toda la humanidad y los humanos deben usarlo para la investigación y el avance científico.


A diferencia del CEDAW y otros tratados internacionales, éste no ha sido firmado y/o ratificado por toda la comunidad internacional quizá porque muchos países aún no tienen idea de cuál es su papel en el espacio exterior. De ahí que el tratado sea más bien un bonito papel olvidado al fondo de un anaquel. En fin, bien o mal es el único documento que rige la forma en la cual los países del mundo deben conducirse allá arriba, pero siendo honestos los únicos seres humanos que están en el cielo son los astronautas de la Estación Espacial Internacional. Entonces, volviendo al principio se puede decir que las RR.II. se quedan en tierra, pero la Ciencia Política no.


Hay una curiosa área de la Ciencia Política que es digámoslo así el patito feo de esta ciencia social y se llama exopolítica. Esta área al igual que muchas otras es opacada por los grandes temas de la C P: la administración pública, el Estado y la autoridad política, el voto y los sistemas electorales (aunque la verdad cualquier cosa es más interesante que hablar de porqué la gente vota) y las políticas públicas. La exopolítica es rara, pero muy interesante. Si se requiriera una definición sería: rama de la ciencia política que estudia las hipotéticas relaciones políticas entre humanos y extraterrestres.


A este punto seguramente ya debes pensar que estoy loco, pero aún hay más. La exopolítica nació en la Universidad de Queensland de la mano de Michael Salla, un politólogo algo criticado en el gremio porque publicó un artículo en el Washington Post sobre una reunión ultrasecreta entre Dwight Eisenhower y dos extraterrestres. Yo tampoco sé que decir al respecto...


La exopolítica tiene un coto conspiparanóico y otro científico. La exopolítica es la única rama de la Ciencia Política que trabaja con la biología y la física pues su postulado básico es que a partir de las combinaciones bioquímicas que ocurren en el espacio así como de su inmensidad, es posible que en el Universo existan más planetas que albergan civilizaciones. Me parece más interesante ese postulado que el de la democracia es buena para la sociedad. Por cierto, ¿sabías que hay cursos de diplomacia intergaláctica?


Bien, dejamos de lado lo creepy que tiene la exopolítica y pensemos por un momento que realmente existen otras civilizaciones en el Universo y que eventualmente la humanidad entrará en contacto con alguna de ellas en algún punto de nuestra existencia como especie. Este hecho es retratado por una película de 2009 llamada Sector 9 (District 9 originalmente). En este punto te advierto habrá spoilers en esta columna.


La película cuenta la historia de que en el año 1982 una nave alienígena se posó sobre la ciudad de Johannesburgo en Sudáfrica. Se asume que la situación era tan nueva que la deliberación llegó a las Naciones Unidas, la institución internacional ordenó la exploración de la nave. Fue así como los seres humanos se abrieron paso por el coloso metálico y encontraron una colonia de un millón de alienígenas que (recuerda que es una película) se parecen bastante a langostas, esos insectos verdes y enormes que forman plagas en ocasiones y arrasan con los campos de alimentos. Dato curioso: son también una plaga bíblica.


Inicialmente, la humanidad mediante la ONU decidió dar ayuda humanitaria (así lo pusieron en el guion de la película: ayuda humanitaria) que incluía refugio en un campamento y comida terrestre. No obstante, la buena voluntad humana se acabó y poco a poco los alienígenas que despectivamente fueron nombrados las langostas se vieron obligados a mendigar por las calles de la ciudad sudafricana. Esto creó en los seres humanos un sentimiento anti alienígena que provocó rencores, resentimientos y exigencias encontradas.


Fue así como la ONU concesionó la administración de los alienígenas a Multi Nacional Unida (MNU), una empresa privada cuyos intereses económicos desviaron el interés de protección hacia la especie extraterrestre. MNU quería aprender del armamento alienígena para ponerlo al servicio de los seres humanos. El armamento de las langostas solo funcionaba si ellas lo usaban, algo así como identificación genética.


Un día, a un señor caucásico anti alienígena llamado Wikus Van de Merwe le encargaron reubicar a los alienígenas habitantes del Sector 9 en el Sector 10, una especie de gueto extraterrestre situado muy lejos de Johannesburgo. Mientras hacía su trabajo Christopher Johnson, uno de los alienígenas nombrado así por MNU que cabe señalar era bastante más inteligente y perspicaz que su iguales alienígenas, logró encontrar la forma de volver a casa a partir de la destilación de un extraño líquido espeso negro azulado que permitiría a las langostas poner a funcionar la nave suspendida desde hace 32 años sobre el horizonte de la ciudad.


Un accidente ocurrió y Wikus Van de Merwe resulta rociado con ese extraño líquido y a partir de ese momento la historia sigue la metamorfosis de Wikus en langosta es decir en un alienígena. Un ser humano pasa a ser un no ser humano. Wikus vive la discriminación y asilamiento que viven día a día los extraterrestres, vive en pequeñas casas hacinado, come pobres alimentos que no le permiten subsistir nutricionalmente, es engañado, es ridiculizado y al final se une a Christopher para obtener el extraño líquido de nuevo contenido en un cilindro que se encuentra en el laboratorio de MNU.


Al momento de recuperar el cilindro, Chris se da cuenta de la experimentación genética de la que es víctima su especie al intentar que la humanidad logre hacer uso de su armamento. La infección de Wikus avanza a pasos agigantados y Christopher decide irse de la Tierra para volver a su planeta y lograr liberar de los malos tratos de la humanidad hacia su especie. En ese sentido, Wikus al final le permite irse porque comprende que la supervivencia de una especie completa es superior a su egoísta sentido de preservación de su estado humano. Al final, Wikus Van de Merwe termina convertido en una langosta.


La historia es muy tétrica, triste y algo perturbadora, pero permite hacernos grandes preguntas en relación con la exopolítica. En primer lugar, asumiendo que existen otras especies que pueden no ser físicamente de nuestro agrado o parecer ¿Cómo deberíamos tratar con ellas los seres humanos? Una solución sería dejarlas en un gueto y no voltearles a ver algo así como un apartheid alienígena u otra sería la integración alienígena pero eso último abriría aún más cuestiones; particularmente dos: ¿estaríamos listos para convivir con alienígenas? ¿dejaríamos que nuestros niños y adolescentes jugaran con sus iguales extraterrestres? y ¿Qué tipo de derechos tendría un alienígena? ¿sería válido aplicar los mismos derechos humanos que tanto alardeamos también a ellos?


Cuestionamientos más políticos serían ¿Qué Estado o institución internacional debería recibir a los extraterrestres? ¿Vamos a dejar que como en las películas el presidente de Estados Unidos salude primero a los extraterrestres? ¿Daremos un folleto informativo sobre el planeta Tierra y los publicistas ofrecerán en los puertos espaciales paquetes vacacionales en Acapulco? ¿Va a haber visas interplanetarias? ¿Los humanos necesitarán permiso para entrar a TRAPPIST-1b?


Y pensando más tétricamente ¿Existirá la guerra intergaláctica? ¿Será necesario que en un futuro la Tierra establezca un Ejército mundial? ¿Habrá extraterrestres antropófagos? ¿Habrá alianzas militares intergalácticas? ¿Estaremos seguros los seres humanos en el Universo conocido?


La exopolítica trata estos temas que aunque yo sé que puedan parecer cómicos o francamente muy lejanos, también permiten reflexionar en torno a una única cuestión: sí es que existiera vida allá afuera ¿esa vida es ética, política y legalmente igual a nosotros? ¿Toda la vida en el Universo tiene los mismos derechos que los seres humanos o somos mejores que otras civilizaciones?


Muy seguramente, la respuesta y si fuera el caso los protocolos de acción en caso de entrar en contacto con una civilización alienígena serán establecidos por politólogos que pondrán a prueba lo que dijeron Sartori, Pasquino y Ferrajoli sobre la comunicación, la democracia, los derechos universales etcétera. Pero como profesional creo que la mejor conjetura que puedo tener en este momento es que, si los extraterrestres existen, estoy seguro de que hasta ellos saben que el lenguaje universal no es el inglés, si no la política.

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