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Política y deporte. Política y cultura

No niego que desde el primer día de competencia estuve en desacuerdo con la decisión del Comité Olímpico de llevar a cabo los juegos costara lo que costara, en medio de altos números de contagios en el país nipón se vislumbraba que la decisión ya no pasaba por lo sanitario. Aún no comprendo por qué el Comité Olímpico Internacional no detuvo los juegos ¿Qué razón tuvo para erguirse como un ente con poder político enfrente de una pandemia mundial?.


La organización de los actuales Juegos Olímpicos estuvo llena de debates interminables que la situaban contraria a las recomendaciones sanitarias para frenar la ola de contagios en Japón. Finalmente obtuvo un veredicto hace dos semanas: la realización de la justa deportiva en medio de una ola de contagios que arremete al país oriental. Pero ya dentro de esta realización ¿dónde encontramos la política o alguna de sus formas? ¿ En donde se manifiesta la política en este magno evento deportivo?


La política se encuentra en el deporte, históricamente el deporte ha sido un medio más donde se lleva a cabo la comunicación política como tal; ¿Cómo no mencionar de ejemplo al deporte más famoso del mundo? El fútbol en sus inicios estuvo ligado a la clase obrera y representaba aquella lucha de clases trasladada a un deporte, con diversos clubes que en su nacimiento pertenecieron a sindicatos de trabajadores. “El equipo del pueblo”, un apodo tan común que podemos encontrar uno en cada país con ese sobrenombre. En México el mítico Atlante ,en Rusia el Spartak de Moscú; en Argentina, el Boca Juniors.


Fuente: Versiones


Mientras que, en el ámbito internacional, ¿cómo se hace presente la política? Diría que de muchas formas pero en estos momentos quiero centrar la atención en un evento particular que exacerbó a la opinión periodística mexicana. El equipo de softbol femenil causó polémica en redes sociales al difundirse fotos del abandono de sus uniformes. La opinión periodística y las sanciones por parte de la Federación Mexicana de Softbol fueron más allá de lo sucedido, salió a relucir una ideología política: el nacionalismo.


El nacionalismo como ideología política se trasladó hasta el deporte, pues para la opinión periodística (y una parte de la opinión pública) aquellos uniformes representaban un símbolo, algo de respeto, no simple tela. Para aquellos que determinaron las sanciones para las jugadoras significaba un acto político que merecía un castigo. A fin de cuentas, los nacionalismos siempre han impregnado a los Juegos Olímpicos, como si de relaciones de poder se tratase, las ceremonias de premiación en actos simbólicos enaltecen los himnos de los países ganadores. Aquel deportista ganador es el medio y la personificación del triunfo que se encuentra en las medallas acumuladas por cada país.


Las potencias políticas y económicas entienden la trascendencia del deporte como otro campo de relaciones de poder que deben ganar. La política se traslada a una inmensidad de diversos campos o al menos algunos de sus elementos. El nacionalismo impregna a los deportistas y al público, aquellos ya no se representan a sí mismos, el discurso nacionalista les dicta que ellos representan a lo abstracto: a su patria.


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