Los mil y un defectos de la FIL
- Revista Afluente
- 19 oct 2021
- 2 Min. de lectura
Por: Jorge Grana

Foto: La Jornada
¿Qué hace un chismoso cuando se anuncia el regreso de la FIL del Zócalo? Revisar el programa, leer quién estará, hablar pestes de lxs autorxs que detestamos y alabar a lxs que disfrutamos. Anotamos las conferencias y presentaciones de libros que nos interesan para lanzarnos a la aventura y el despilfarro.
Llegar a la Plaza de la Constitución es sencillo, basta con subir al metro y bajar en la estación Zócalo de la línea 2. Las enormes carpas blancas bajo la bandera nacional anuncian que estás en la Feria Internacional del Libro, listx para gastar el dinero que no tienes en libros que no leerás hasta dentro de dos meses.
Ir a la FIL en fin de semana es considerado un suicidio. La palabra evento masivo recobra su significado pre pandemia con los tumultos que asisten a la Feria. El Zócalo se convierte en un espacio minúsculo para la cantidad de asistentes. Observamos un fenómeno digno de ser fotografiado: filas enormes para comprar libros. Y eso que los mexicanos no leemos.
Los tumultos y el sol en su máximo esplendor son una conjugación catastrófica. En la Plaza de la Constitución sólo hay dos opciones para refugiarse del sol: las sombras de las demás personas o meterse en una carpa a escuchar una aburridísima presentación de un libro.
Las conferencias o presentaciones de libros son interesantes cuando las 2 horas y media no se van en un intercambio de alabanzas entre presentadorxs y autorxs. Ni qué decir de lxs conferencistas y sus presentaciones sobre el régimen actual que podríamos resumir en una oración: es un honor estar con Obrador. Debates organizados entre personas ideológicamente iguales que hacen de todo, menos debatir.
Sobre todas las cosas a la FIL se va a gastar dinero. La literatura es preciosa, pero es un negocio. ¿Quieres leer? Paga. Si se busca bien se pueden conseguir buenos títulos a precios accesibles, pero la mayoría de los libros que se venden bajo el lábaro patrio exigen un sacrificio arriba de 300 pesos. Las ganas de leer se van cuando bajas la mirada de la contraportada y ves el precio.
No todos los libros cuestan, algunos los obsequian. Si tienes suerte puedes salir con algún título de la colección 21 para 21 del FCE, una estrategia de fomento a la lectura que consiste en obsequiar textos de Paz, Monsiváis, Castellanos, Garro y demás autorxs nacionales. La estrategia va más allá de la FIL, espérela pronto en su colonia.
La FIL y sus libros caros, la FIL y sus conferencistas pro cuatroté, la FIL y sus largas filas bajo el sol. La FIL del Zócalo podrá tener mil y un defectos, pero nos sacó del encierro provocado por el virus. Es el primer evento masivo pos pandemia. Quizá no salimos con ningún libro, pero mínimo fuimos a manosearlos.
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