La crisis nuestra de cada día
- Revista Afluente
- 17 sept 2020
- 9 Min. de lectura
De Agni Garduño de 5º semestre de Ciencia Política
Hoy en día es común que en los principales medios de comunicación se hable de la “crisis”. Las consecuencias de esta afectan a todos los ámbitos en los que nos desarrollamos, ya sea en el plano político, social o económico. En el pasado hablar de la crisis no era tan recurrente como en la actualidad. Por ello es de suma importancia entender este término y lo que conlleva. La palabra crisis etimológicamente remite al griego κρίσις, de acuerdo con la definición del Diccionario de la Lengua Española (DLE) es un: “Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o situación, o en la manera en que estos son apreciados” (Española, 2019).
En Economía la crisis hace referencia a una serie de condiciones mucho más complejas. Puede entenderse como un punto de inflexión de un ciclo económico a otro. De ahí que el objetivo de este ensayo consiste en plantear una definición de la crisis. De entre las numerosas escuelas de pensamiento económico, nos restringiremos a la perspectiva marxista para poder definir este concepto. En primer lugar, precisaremos el concepto de crisis desde la visión de Karl Marx. Consecuentemente, profundizaremos en la cuestión desde el texto que aborda Bolívar Echeverría, El Discurso Crítico de Marx; sobre la crisis estructural del capital. Posterior a ello y a modo de ejemplo, analizaremos las causas y consecuencias de la crisis de 2008 como un efecto directo del actual sistema capitalista.

En las conclusiones retomaremos la importancia de una definición de la crisis para entender la dinámica del mundo actual. Es pertinente plantear que la “crisis” no está aislada de la geografía de cada lugar. Este fenómeno económico no conoce fronteras, una prueba de ello fue la crisis financiera de 2008. Así pues, también en la parte final de este ensayo se relacionará el tema de la crisis con el carácter global que ha asumido. Todo ello con el fin de generar una perspectiva integral acerca de uno de los temas más controvertidos en la esfera económica y social.
Enfoque marxista
El contexto en el que se desarrolló el pensamiento marxista fue en la segunda mitad del siglo XIX en Europa. En plena época de industrialización y de la aparición del proletariado, Karl Marx elaboró su obra más importante: El Capital. Pues bien,” en el modo de producción capitalista que observó en Inglaterra se constata de un aumento rápido de la capacidad productiva” (Romo, 2013). Por un lado, la explicación de esta riqueza se encuentra en la plusvalía del trabajador en el proceso productivo. Por el otro, como los trabajadores son sobreprodutores, esto en palabras de Guillén Romo, el punto central para explicar la crisis se debe a una sobreproducción generalizada de mercancías.
Sin embargo, es primordial aclarar que para Marx las crisis no tienen una concepción monocausal. Pues, en el desarrollo de ésta intervienen todas las contradicciones internas del sistema capitalista. Por ejemplo, una de ellas es la relación capital-trabajo que se manifiesta en la lucha de clases entre los trabajadores que pugnan por mejorar sus condiciones y los capitalistas que exprimen más plusvalía de éstos al explotarlos. En este sentido son “agentes fanáticos de la acumulación” (Marx, 2019). Ergo llega un momento donde generan una sobreproducción de mercancías que la demanda de los obreros no puede absorber debido a las condiciones materiales en las que se encuentran.

Al respecto del tema de la crisis, ésta no se puede entender sin la reproducción ampliada de capital. En este sistema cada proceso productivo genera mayor capital y a su vez un incremento en la composición orgánica de capital variable y capital constante. Conditio sine qua non “no hay límites al crecimiento de la capacidad productiva, mientras que (…) la extensión de los mercados permanece limitada” (Romo, 2013). De esta forma, los capitalistas son sobreproductores de esta dominación sobre el trabajador que les genera cierto plusvalor y así acumular más capital. Precisamente esta dinámica encierra otra de las contradicciones del capitalismo, una sobreproducción infinita y un mercado finito, que desencadena las causas de la crisis.
Para Marx las crisis son inevitables, sociales y facilitan la reestructuración. Primero, son inevitables debido a “una contradicción fundamental entre la extracción de plusvalía y su realización” (Romo, 2013). Segundo, todas las crisis conllevan una dimensión social que afecta no únicamente el status quo de los trabajadores, también el de sus familiares, de la clase gobernante y de los capitalistas que quebraron. Estos últimos aumentarán las filas del ejército de reserva industrial que conforman los desempleados asalariados. Todo ello conlleva a la última característica de las crisis: la reestructuración del sistema capitalista.

El cual sale reforzado y a la vez debilitado. Por un lado la implementación de nuevas tecnologías conlleva a la modernización de las empresas después de un periodo de crisis. No obstante, surgen empresas más grandes con una mayor división del trabajo que generan mayor explotación debido al debilitamiento entre la “socialización del producto y su apropiación privada” (Romo, 2013). En consecuencia se radicaliza la lucha de clases y se hace más notoria la distribución desigual de la riqueza. Si bien las crisis no generan la destrucción del sistema capitalista, si cuestionan más su dominación hegemónica. De ahí que Marx afirmara el carácter puramente histórico del sistema de producción capitalista.
Bolívar Echeverría y las implicaciones de la crisis
En su texto El Discurso Crítico de Marx, Bolívar Echeverría expone una serie de argumentos que giran en torno del discurso marxista sobre la crisis. El primero de ellos trata sobre los orígenes estructurales de ésta. De esta forma, la crisis debe entenderse como una forma histórica de la reproducción social donde los sujetos son el punto de partida. Los cuales conforman un individuo revolucionario que ya no puede mantener las condiciones anteriores a la crisis puesto que genera nuevas circunstancias revolucionarias.

De ahí que Echeverría pase al segundo apartado más importante de su planteamiento: la circulación mercantil y su inherente relación con la crisis. Los problemas monetarios que tienen que ver con todos estos procesos circulatorios de producción-consumo dentro de las crisis económicas tienen su explicación en la idea más fundamental de Marx: “a causa de la contradicción entre valor de uso y valor, nunca habrá (…) un dinero perfecto” (Echeverría, 2019). Desde esta perspectiva es evidente que en la praxis no ocurra una relación perfecta entre el cuerpo de una mercancía y su valor. Pues este último es relativo a las circunstancias históricas y materiales de cada sociedad, por lo que el término valor dependerá de este tipo de relaciones. Las cuales quedan representadas en las estructuras que forma el sujeto.
Igualmente, el Estado reproduce estas condiciones que disfrazan la crisis en el mercado de valores y pasa de unas manos a otras. Éste constituye una empresa que protege los intereses de los capitalistas y de esta forma se sigue perpetuando la dominación al obrero por medio de su explotación en manos de los primeros. En síntesis y en palabras de Echeverría, para Marx la crisis es: “la irrupción siempre repetida de un hecho fundamental- la crisis estructural de un proceso de reproducción privatizado o descompuesto- a través del mecanismo que pretende neutralizarlo, la esfera de la circulación mercantil” (Echeverría, 2019). Efectivamente, de acuerdo con Echeverría la crisis parte de un proceso estructural que conlleva la debilitación de la subordinación de la acumulación de capital.
La crisis de 2008: causas y consecuencias
En el otoño de 2008 estalló una de las crisis financieras que mayor impacto tuvo a nivel mundial. A pesar de que su origen se suscitó en los Estados Unidos de América, su pronta expansión global amenazó la estabilidad de otros mercados y monedas internacionales. Es importante resaltar que la creciente financiarización de la economía a partir de las décadas de los ochenta y noventa fue uno de los factores que contribuyó a desarrollar las condiciones necesarias para que sucediera la crisis. De esta forma, entiéndase a este proceso económico como un hecho continuo y no como algo aislado. Asimismo, de acuerdo con Claudio Katz: “desde el estallido bancario de 2008 han aparecido muchos signos de una crisis sistemática del capitalismo” (Katz, 2010). Los cuales son importantes analizar a la luz de las consecuencias de ésta.
Las causas de la crisis de 2008 datan cuando a mitad de 2007 se verificaron grandes dificultades de pago de los créditos subprime. Consecuentemente, los préstamos otorgados a los insolventes empezaron a engrosar los las listas de operaciones de alto riesgo. De ahí que los problemas que empezaron a surgir debido a ellos en los bancos estadounidenses locales se extendieron a un ámbito federal y finalmente el internacional. Uno de los resultados de todo ello fue la caída del banco de inversión Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008. De ahí que después se desatara todo una impresión de colapso a nivel mundial.

De acuerdo con Claudio Katz, las principales consecuencias de la crisis abarcaron las coyunturas económica, geopolítica y política-social. Por lo que se refiere a la situación económica, el rescate de los bancos por parte del Estado socializó las pérdidas al transferir la bancarrota de los sectores privados a las finanzas estatales. Lo que provocó un enorme déficit tanto en los países desarrollados como los que se encuentran en vías de desarrollo. “En Estados Unidos la deuda pública saltaría del 62% del PIB (2007) al 108% (en 2014) (…) El mismo panorama se identifica en la eurozona, donde los desbalances fiscales pasaron del 2% (2008) al 6.4% (2009)” (Katz, 2010).
De igual forma, esa ayuda por parte del Estado ha creado las condiciones para que resurja nuevamente un ambiente de especulación. De ahí que los bancos aprovechen esa situación para congelar iniciativas de control financiero y se maquillen en países pequeños como Mónaco o Andorra paraísos fiscales. Las secuelas de esta crisis afectaron el panorama y la estabilidad geopolítica del mundo. Por un lado, la supremacía mundial se manifiesta en las acciones emitidas por los Estados afectados por la crisis y su socorro mutuo. En este caso hablamos de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. “Esta conducta reflejó el mayor entrelazamiento del capital a escala mundial” (Katz, 2010).

Por el otro lado, en plena conciencia imperialista de sus acciones, Estados Unidos aprovechó sus alianzas económicas para perpetuar su hegemonía militar a nivel mundial. Destacan en este periodo la ocupación de Irak, el despliegue de tropas en Afganistán y la presión ejercida sobre el gobierno de Irán. La inherente relación entre Estados Unidos y los organismos internacionales, como la OTAN, demuestran una vez más la relación constante entre político y economía. En este sentido, las repercusiones sociales evidenciaron las relaciones desiguales entre una pequeña fracción de la población y el resto del planeta. Puesto que en el sector laboral fueron destruidos numerosos puestos de trabajo que condujeron a la precarización y flexibilización laboral. Lo cual produjo enormes descontentos a nivel global entre la población y se llevaron a cabo numerosas manifestaciones que exigían medidas más alternativas para superar la crisis.
Si bien las condiciones especulativas del sector financiero fueron una de las causas del crack de 2008, es importante destacar que esta financiarización deriva de las condiciones materiales de la economía real. Las ganancias que surgen dentro del mercado de valores no lo hacen por generación espontánea. Puesto que se generan masas de capital por la explotación de los trabajadores en condiciones precarias, de miseria y de malos salarios que conllevan ganancias al sector financiero. En este sentido, las condiciones actuales del capitalismo global han llegado a tal punto que la desigualdad se manifiesta a través de la exorbitante riqueza que posee el 1% de la población mundial. Mientras que el resto de la población sufre las consecuencias de los intentos por salvar a este sector por parte del Estado.
Pues bien, se maximizan las ganancias de esta minoría y se socializan las pérdidas entre todos los integrantes de las economías locales e internacionales. Vimos más arriba que las crisis provocan una modernización de los grandes capitales al implementar nuevas tecnologías y una atomización mayor de los trabajadores. En la actualidad la poca estabilidad laboral, la subcontratación y la falta de programas sociales son parte de las secuelas de la crisis reciente. Ahora bien, así como el sistema se beneficia en ese sentido de la crisis, éste también sufre una deslegitimación y en palabras de Echeverría aparecen nuevas posibilidades que los sujetos sociales pueden transformar. De ahí que la lucha de clases sea un eje que busque revertir esa dominación no sólo en el plano nacional, también a escala global.
Conclusiones
En suma, la definición de la palabra crisis comprende un análisis reflexivo de las condiciones materiales y sociales que los sujetos reproducen en sus estructuras dominantes. Es notable destacar que hoy en día resulta fundamental estudiar y apropiarse del concepto de crisis, pues en la mayoría de las universidades dominadas por el pensamiento mainstream no lo abordan. Asimismo, el estado del mundo en la actualidad no puede entenderse sin las recientes crisis financieras que han perpetuados sus consecuencias en la economía local. Por consiguiente, la globalización de ésta no ha propiciado más que la desigual distribución de la riqueza y el aumento de la brecha entre pobres y ricos. Los daños colaterales de la crisis siguen afectando nuestra estabilidad económica y social, por lo que pensar otros modelos de organización resulta primordial después de la crisis.
Debido a que no es un problema ajeno a los demás habitantes del planeta, sino es una constante que genera una mayor competencia encarnecida entre los trabajadores insertos en el mercado laboral. Las consecuencias de la crisis repercuten en un Estado que tiene cada día menor injerencia en los aspectos sociales. De esta forma el mercado se alza como el titiritero del mundo y muestra una cara más brutal ante la debacle social. En esencia, re pensar la crisis es uno de los pasos para evitar sus resultados más desastrosos. Sin embargo, concebirla también implica ir más allá de la mera solución de resultados a corto plazo ya que vale la pena plantearnos nuevas formas de organización económica que sean más justas para todos.
Bibliografía
Echeverría, B. (2019). El Discurso Crítico de Marx . Ciudad de México : Fondo de Cultura Económica
Española, R. A. (2019). Diccionario de la Lengua Española . Madrid: Real Academia Española .
Katz, C. (2010). Las tres dimensiones de la crisis . Revista Mundial Siglo XXI , 5-34.
Marx, K. (2019). El Capital Vol.3. Ciudad de México : Siglo Veintiuno .
Parnreitter, C. (2018). Geografía Económica: Una Introducción Contemporánea. Ciudad de México: UNAM .
Romo, H. G. (2013). Las Crisis: De la Gran Depresión a la primera gran crisis mundial del siglo XXI. Ciudad de México : ERA.
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