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¿Dónde encontrar un antropólogo?

  • Revista Afluente
  • 24 jul 2021
  • 5 Min. de lectura

Cuando pensamos en científicos solemos recordar a sujetos con batas de laboratorio, manejando utensilios de vidrio; como un matraz o tubo de ensayo, con el cabello desorganizado y con unos anteojos de botella, muy parecido al aspecto que lucía Albert Einstein.


Pero, si un día nos preguntamos: ¿cómo luce un antropólogo? O ¿dónde podemos encontrarlo?, la respuesta no suele ser tan sencilla. Aunque por un tiempo la imagen de los antropólogos se asoció al del personaje Indiana Jones como aquel viajero extrovertido, con botines, chaleco, un sombrero y dispuesto a todo lo que involucre aventura y resolver misterios, hoy ha cambiado dicho imaginario.


Si bien, entre la comunidad antropológica se suele decir que los antropólogos prefieren el trabajo de campo y no el de oficina o gabinete. El fieldwork (palabra que en inglés significa trabajo de campo) se ha ido diversificando cada vez más con el pasar de la historia, por lo que los lugares donde podemos encontrar antropólogos son también más plurales.

Lugares antropológicos

Las universidades suelen tener grandes centros de investigación sobre biología, medicina, psicología, etc., pero fue a partir de la segunda mitad del siglo XX que se comenzaron a popularizar los departamentos de antropología, donde los investigadores, principalmente de formación en la misma carrera o alguna especialidad afín a la antropología, combinaban actividades académicas (dar alguna clase, organizar coloquios, seminarios o congresos) con actividades de investigación (discutir teorías y salir a trabajo de campo), pero ¿qué investigaban? y más intrigante aún ¿para qué hacían esas investigaciones?


Vacunas contra la viruela

Durante el año de 1914 algunos pueblos de Papúa (parte de Nueva Guinea) se vieron amenazados por la viruela, el vicepresidente Hubert Murray se dio cuenta que la vacunación forzosa no sería un camino fácil de conseguir, por lo que utilizó el conocimiento cultural del lugar, algo muy antropológico.


“Les dijimos que había un hechicero muy peligroso y poderoso… y que este hechicero había conjurado una enfermedad maligna que se presentaría en cualquier momento. Pero, aunque el hechicero era poderoso, el gobierno lo era más, y protegería a todos los que solicitaran su protección. Se pondría una marca en el brazo de todos aquellos que se pusieran en manos del gobierno; cuando llegara el hechicero vería la marca del gobierno, se daría cuenta de su impotencia y se retiraría frustrado y contrariado… Pero el gobierno no podría hacer nada por supuesto por los que no recibieran la marca” (Murray, 1921).


Dicha marca se volvió un exitoso programa de vacunación entre los nativos, al punto que aquellos que no tenían la marca eran catalogados de romper la armonía de su pueblo.


Los antropólogos en la guerra

Durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de antropólogos estadounidenses fueron llamados para realizar investigaciones sobre la cultura de un enemigo de guerra: Japón.

Entre esos antropólogos se encontraba Ruth Benedict, una antropóloga reconocida por su aportes en la antropología en cuanto los estudios de la cultura y la personalidad, pero ¿qué buscaba al investigar a la cultura japonesa?


La historia cuenta que el ejército estadounidense había capturado soldados japoneses que se encontraban en el bando contrario de lucha para saber sus estrategias de batalla y así poder ganar la guerra, usualmente cuando un soldado es capturado y ha dado la información necesaria es regresado a su país de origen.


Aquí fue cuando el primer problema se presentó para el ejército, los soldados japoneses capturados se suicidaban lo antes posible para no tener que hablar con los estadounidenses.

El segundo problema no tardó en llegar cuando en ciertas zonas de guerra el ejército japonés, al verse superado numéricamente, continuaba luchando sin parar en lugar de rendirse, los estadounidenses continuaban preguntándose: ¿por qué sucedía eso?


Allí fue cuando Ruth Benedict intervino con una investigación cultural sobre la cultura japonesa de donde surgió el libro: El crisantemo y la espada . En el cual describió detalladamente cómo la cultura inculcada a sus soldados se encontraba basada en el honor y orgullo como una nación disciplinaria, estos principios se encuentran representados por la figura principal de Japón, su emperador.


Cuando los soldados eran enviados a la guerra les era mencionado que el emperador confiaba en que dieran la vida por su nación, para los japoneses significaba que sólo existían dos maneras de regresar a su país: ganando la guerra o volviendo muertos. De otra manera significaba que fallaron a su emperador, su cultura y honor; por lo que socialmente serían tachados como traidores.


Con estos conocimientos proporcionados por Benedict el ejército estadounidense cambió su estrategia, en el mismo momento en que eran capturados los soldados japoneses se les ofrecía el trato de ser enviados a vivir a otro país para que no tuvieran que regresar a Japón a cambio de información sobre sus estrategias de guerra.


El resultado fue una victoria bélica para Estados Unidos, después de que los soldados japoneses mencionaron que para ganar la guerra debían ir en contra del emperador y no del ejército, ya que era la única figura japonesa que daría la señal para rendirse.


El proyecto Vicos-Perú

En 1950 la Universidad de Cornell arrendó a la hacienda Vicos en Perú donde habitaban 373 familias de campesinos que se encontraban en una situación de producción agrícola deficiente, su principal producto eran las patatas y lo que producían no alcanzaba ni para la subsistencia de las familias. Con estas características la hacienda fue dada al antropólogo Allen Holmberg.


La tarea del antropólogo era lograr aumentar la producción de la hacienda, hasta el punto donde los campesinos se hicieran independientes de los adeudos de préstamos que tenían. Pero, los campesinos no confiaban en las innovaciones sobre semillas, fertilizantes, fungicidas e insecticidas.


Este motivo llevó a Holmberg a poner el ejemplo de que la innovación funcionaba, así que en las tierras que le fueron entregadas también para producir, comenzó a ocupar los nuevos productos; los campesinos al ver que funcionaban perdieron el temor a utilizarlos y comenzaron a emplearlos en sus propias cosechas.


En la escuela local de la hacienda Vicos se comenzaron a dar clases sobre la importancia de incorporar nuevos alimentos, donde se incluyeron frutas y huevo, mismos que fueron aceptados en la comunidad. A la par, se promovieron las reuniones comunales donde se reunían los campesinos para charlar y generar confianza entre los vecinos.


El proyecto culminó en 1962 cuando las familias de la hacienda compraron el lugar, volviéndose uno de los ejemplos clásicos de la antropología aplicada, disciplina encargada de poner en acción los conocimientos que se producen como ciencia.

El futuro de la antropología

Como hemos visto, la antropología ha usado los conocimientos que produce para diferentes usos. Por este mismo motivo, los lugares donde podemos encontrar a los antropólogos son muy diversos. Sin embargo, resulta importante que estos profesionales, que principalmente tratan con la cultura de las personas, deben comprometerse a tener un espíritu ético en pro de la sociedad.


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