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Del orgullo: amor y revolución

Estamos en la era de las guerras; las armadas, las discursivas y las sistémicas. Por eso, considero que los gestos de amor, en cualquiera de sus manifestaciones, constituyen la forma más valiente y revolucionaria de existir. ¿Qué amor? El amor y ya, sin nombres ni clasificaciones, porque no hay necesidad de diferenciarlo, porque el amor definido deja de serlo.


En el marco del Mes del orgullo LGBTQ+, es importante reflexionar sobre las realidades de las personas a quienes, de manera histórica, se ha condenado por sentir afección y atracción fuera de los parámetros de nuestra sociedad heteronormada. Pero hay más, porque al resto también nos toca reflexionar, escuchar y aprender sobre sus sentires. Estas líneas las escribo con mucho respeto y con toda la empatía que hay en mí, y considero importante dejar esto claro, pues yo, un hombre heterosexual, quizá no sea la persona indicada para hablar del tema.


Sin embargo, creo estar consciente de la mayoría de mis privilegios, así como de las dificultades de aquellxs cuyo género o preferencia sexual condiciona sus derechos, su desarrollo humano y su felicidad misma. Por eso me atrevo a hablar, porque la falta de empatía es sinónimo de complicidad con la práctica del odio.


Para empezar, encuentro un enorme significado en que a junio se le conozca como el “Mes del orgullo”. Considero que ocupar los espacios públicos a manera de protesta y visibilización de una causa es un fenómeno social admirable (e inevitable), pero el movimiento LGBTQ+ lo ha hecho como pocos. Las ciudades están pintadas con los colores del arcoíris y por un momento desapareció el miedo, pero es eso lo que me preocupa.

Entiendo que el nombre no tiene un significado ni literal, ni estricto pero, ¿acaso estar orgullosx de amar sin reglas tiene cabida sólo en junio? Por supuesto que no, sin embargo, espero con ansias el día en que el amor de las personas, sin importar cómo se manifieste, pueda ser percibido como un acto cotidiano. Espero que llegue pronto el día en el que el orgullo de pertenecer a la comunidad LGBTQ+ sea motivo diario de celebración, de goce y de orgullo y espero que la euforia de ese orgullo esté presente todos los días, de todos los años.


También considero importante tener presente que la discriminación sistémica a la comunidad LGBTQ+ se manifiesta de diferentes maneras en diferentes contextos, trayendo como consecuencia la privación de derechos como el trabajo, pero también se arrebata el derecho a la vida por las mismas causas. Es decir, no es la misma opresión que se vive en Europa a la que se vive en África. Por ello es que invito al reconocimiento de esta lucha también desde una perspectiva interseccional en la que se reconozcan todas las luchas de todos los géneros.


Pero, ¿y a nosotros los hetero, qué? Sin duda, nuestro papel es ayudar a construir una sociedad más justa fuera de la homofobia y de la heteronorma, pero sin buscar protagonismo. Hay muchas formas de apoyar, pero la primera es dejar de lado la tolerancia (que desde mi perspectiva es hipócrita) para adoptar la empatía. Esto nos permitirá adoptar una perspectiva incluyente, primero en nuestro pensamiento y posteriormente en nuestra vida diaria; para finalmente desaparecer toda práctica de violencia y discriminación.

El amor es algo muy grande como para guardarlo en un clóset.


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