Análisis de la película Funny Ha Ha de Andrew Bujalski
- Revista Afluente
- 17 sept 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 30 may 2021
Este texto puede contener "spoilers" importantes. El poco conocido género cinematográfico nombrado como "mumblecore" ha sido uno de los más infravalorados ante un público que suele tener una preferencia más orientada a grandes y millonarias producciones, donde abundan las explosiones, las armas de fuego, los automóviles lujosos y, sobre todo, las relaciones sociales antinaturales y muy poco creíbles.
Funny Ha Ha del 2002, tan poco recurrida como su género, puede ser catalogada como la pionera del mumblecore, pero también como una de las películas más importantes cuando se le da atención al diálogo en cuanto a naturalidad, con actuaciones tan cercanas a la realidad que el espectador se confundirá para posteriormente preguntarse si está viendo un documental o incluso una filmación amateur de su propia vida diaria.

¿Cuál es su contenido social? Fácil. Andrew Bujalski, quien la dirigió, escribió y además tuvo un papel dentro de la misma; hizo un trabajo completo al presentar una crítica, posiblemente no intencionada , de las relaciones sociales mostradas por Hollywood y por los medios en general. Estas relaciones sociales deformadas han provocado que el público se acostumbre a un tipo de contenido que en ocasiones es tan similar, volviendo difícil poder encontrarle no sólo una originalidad, sino también un símil personal de identidad. Pero más importante, quizás también han entorpecido las relaciones sociales reales que se llevan día con día.
Clichés, estereotipos, formas de hablar, comportamientos, bien o mal son características que el ser humano aprende parcialmente viendo contenido audiovisual y que, peligrosamente, puede intentar replicar en su vida diaria. ¿Esto podría reconfigurar personalidades? Confundir a un público sin criterio mínimo para separar la ficción de la realidad y que en sus relaciones sociales se pierdan ejes de convivencia como el respeto, el consenso, la privacidad, etcétera, son peligros que tal vez haya que replantear de cierta manera.

En la historia de Funny Ha Ha se rompe con todo lo anterior para dar paso sí a un guion ligero con el que la audiencia puede identificarse fácilmente por más aburrido que pueda parecer (no por serlo per se, sino por la costumbre ya mencionada de otro tipo de películas), pero además goza de actuaciones y diálogos que apelan completamente a la realidad de cientos de personas. Es verdad que no todas las personas son iguales; algunas, por ejemplo, podrían reclamarle a la protagonista de la película, Marnie, por no haber confrontado a Alex, de quien prácticamente ha estado enamorada tanto tiempo, tras este último no haber sido firme con ella para poder esclarecer el móvil de acciones de la chica; por otro lado habrá quien entienda la dificultad de Marnie por expresar sus sentimientos no sólo de forma oral, también corporalmente. Sea cual sea, ¿no suena a algo natural, a algo que estaría pasando en un círculo social cercano?

En fin, no hace falta recordarle al lector o lectora que es imperante tener clara la línea divisoria entre la ficción y la vida real, por ello es menester hacerle saber que las relaciones sociales diarias son complicadas, más para unos que para otros; sin duda alguna tienden a ser torpes, confusas, poco claras y emocionales, pero no hay nada de malo en ello, siempre y cuando no se satanicen, pero tampoco se endiosen. Trabajarlas es su caso. Claro que el ser humano moderno no sería nada sin las relaciones sociales, pues son importantísimas para hablar de un progreso o simplemente de la supervivencia. Sin embargo deformar las conforme a lo que una pantalla muestra las podría poner en jaque, exponencial mente ante algunos posibles públicos sin mucho criterio.

Funny Ha Ha no es para todas las personas porque se centra en la gente y en sus naturalezas (sí, en plural), pero no darle una oportunidad a películas desconocidas como esta es, a su vez, estancarse en un conformismo que puede poner en peligro a la industria cinematográfica y hasta al ser humano mismo si nos ponemos apocalípticos. Y más allá de sólo verlas, lo que se busca con estos textos es encontrarles un sentido que pueda nutrirnos en diversos aspectos; porque el cine es más de lo que a veces se cree y hay más cine del que se piensa.
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