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Análisis de la película Mother! de Darren Aronofsky

  • Revista Afluente
  • 17 sept 2020
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 30 may 2021

Este texto puede contener “spoilers” muy importantes, pues no sólo analiza la obra, también busca interpretarla moderadamente. El trabajo de Darren Aronofsky puede, sin dudas, repartirse en tres principales secciones. La primera, donde se encuentran dos de sus filmes más populares: Requiem for a dream y Pi. En estas obras es evidente el uso de la edición para mostrar cierto surrealismo que incite a la reflexión sobre temas filosóficos aunque de repente muy terrenales. Se basa en la combinación repentina de un sonido que se mantiene con imágenes que rompen la continuidad del video y que trasmiten sentimientos de incomodidad o ansiedad.

La segunda es quizá un poco más digerible que la anterior, donde su máxima representación es The Wrestler, con una historia sin tantas ramas metafóricas ni escenas que apelen a posibles confusiones. Es la sección que podría ser más apta para el público en general teniendo en cuenta las restricciones de edad. Noah también entra en esta sección a pesar de recurrir a la fantasía.

La tercera, en la que destacan Black Swan y Mother!, donde la metáfora escrita se materializa en un espacio audiovisual para no sólo jugar con la mente del espectador e invitarle a una interpretación reflexiva de gran magnitud, sino para también criticar a la sociedad en puntos muy delicados de una manera elegante sin dejar de ser sutil en cuanto a la información que se maneja.

The Fountain es una película que podría pelearse el puesto entre la primera y la tercera sección pero que rescata elementos de las tres. Posteriormente se hablará de ella individualmente.

Aquí se analizará Mother! del 2017, por lo que es menester precaver a quien lee esto de la importancia de la experiencia que genera ver esta película antes de cualquier “spoiler” o interpretación que pueda arruinar ese proceso de encontrarle significados a esta obra con opiniones divididas; estas últimas surgen por la variedad de interpretaciones de cada una de las personas que se acerca a verla y por la opinión más religiosa. Entonces, se recomienda enormemente ver Mother! antes de continuar leyendo este texto que, incluso, podría alimentar las consideraciones finales del último trabajo de Aronofsky.

También debe decirse que aquí no se busca criticar ni tomar ninguna postura religiosa, sólo se busca interpretar y analizar lo que se puede extraer del filme. Se respetan las creencias de cualquier persona. Desde un inicio la película se siente diferente a la mayoría, parece que algo no está bien o que, incluso, nada es lo que parece. Cuando nos presentan a la pareja de Jennifer Lawrence (Madre) y Javier Bardem (El poeta) dentro de un hogar grande en medio de un enorme jardín que parece irse diluyendo poco a poco en un solitario, verde e infinito bosque, el ambiente se siente muy aislado, como si el exterior más lejano no existiese o fuese completamente plano. Todo ocurre dentro de la casa, que por cierto fue reconstruida por Madre tras un incendio, siendo originalmente de El poeta. Esta casa tiene un sótano que produce incomodidad y esconde más de lo que aparenta.

Sin embargo, lo más extraño comienza a ocurrir con la llegada de un excéntrico hombre que parece desorientado pero que conoce a El poeta por sus libros, así que le dan asilo a él y a su esposa, que llega posteriormente; ambos con una actitud desinteresada, irrespetuosa y hasta poco agradecida. Madre desconfía de ellos, pero El poeta se ve muy cómodo con la compañía, pero más feliz con la atención que le dan.

En este punto se debe decir algo importante. La pareja intrusa rompe una hermosa piedra consecuente del incendio que El poeta conservaba con gran sentimiento. Entonces, es evidente que el hombre que llega concuerda con la analogía de Adán (quien nace y se presenta primero según la Biblia) y su esposa de Eva (quien surge después), siendo el rompimiento de la hermosa piedra equivalente a la mordida del fruto prohibido. ¿Qué es el fruto prohibido? ¿Una manzana que no debe ser mordida para no enfurecer a Dios y darle gusto a una serpiente diabólica, tener relaciones sexuales, cometer pecado(s) o quizás es el primer paso hacia la pérdida de características como la empatía humana y del respeto por la naturaleza condensada en el amor? Tras este acto, El poeta los corre de su estudio furioso, clara referencia a la expulsión del paraíso. ¿Adán y Eva cayeron en la tentación o Dios no pudo convivir con la tentación humana?

Posteriormente se revela que la pareja análoga a Adán y Eva tienen dos hijos que llegan exaltados a la casa tras saber los planes de herencia de su padre, uno de ellos mata al otro y se escapa. Ambos representan a Caín y Abel; cómo la codicia, la envidia y el odio pueden orientar a alguien como Caín a asesinar a su propio hermano para escapar posteriormente. Se queda una mancha de sangre imposible de quitar tras el terrible hecho. El poeta deja pasar a la casa a todos los familiares de quienes representan a Adán y a Eva, perdonando cualquier abuso de su parte y perdonando también que tras esta última estancia no respetaron su hogar, dejándolo hecho un desastre ante la llegada de más personas. Madre nunca se siente cómoda y termina corriéndolos cuando rompen una tubería.

Entonces la casa es en realidad el planeta Tierra, el sótano es el infierno y, teniendo en cuenta que el personaje de El poeta en realidad representa a Dios, entonces su estudio es el paraíso, su lugar seguro, como ya se había mencionado. Es muy celoso de su espacio privado, pues nadie puede quedarse ahí, aunque no cuida su hogar completo de la misma manera. Lo que posiciona a Madre en la analogía de la naturaleza; mejor dicho, la Madre naturaleza. Cabe destacar que Eva (su equivalente) tiene una conversación manchada de presión social con Madre naturaleza donde deja clara su postura aconsejándole procrear y dejar un linaje a costa del hogar, es decir, no importa el planeta, lo que importa es no dejar de tener hijas e hijos por montones.

Después de todo el desorden y el desalojo de las personas que fueron groseras, quedan nuevamente solo Dios y la Madre naturaleza en la casa, revelando ésta última que está embarazada. Dios se inspira y escribe un texto que lo lleva al éxito nuevamente. Esto puede encajar en el relato bíblico donde Jehová decide destruir a una humanidad abundante y violenta teniendo a Noé, su familia y los animales como únicos sobrevivientes. Esta primera expulsión de la casa en la película hace una clara referencia al gran Diluvio universal, incluso con agua de por medio.

Madre decide que el cuarto de la mancha de sangre sea donde duerma su bebé. Esto quiere decir que los hijos nacen sobre tierras que ya están manchadas de asesinatos a lo largo de la existencia, lo cual es algo que no se puede limpiar jamás.

Cabe destacar que es en este momento cuando la Madre naturaleza por fin se siente en calma, en paz, sólo a la expectativa del nacimiento de su hijo, pues incluso la unió con El poeta, con quien no tenía una gran relación antes. El embarazo cambia sus vidas, pues los une e inspira. Sin embargo, comienzan a aparecer personas extrañas nuevamente, fanáticos de Dios provenientes de todas partes del mundo tras su última obra (quizá los 10 mandamientos). Madre, como con los primeros intrusos, comienza a sentirse mal. Y sin medida se suscitan guerras, crímenes, atrocidades; ya no hay espacio en la casa que cada vez se empieza a ver más insostenible, con peligros por doquier. El personaje de Dios aun así parece no alarmarse demasiado, pues siempre cargó más su importancia al humano y no a la naturaleza, ni siquiera al propio planeta.

Jugando con la analogía. Tanto tiempo le llevó a Dios escribir diez mandamientos o reglas para tratar de estabilizar el actuar humano y que pudo haber evitado miles de tragedias pero ni siquiera eso contuvo a la humanidad.

Es evidente que en esta parte se quiere criticar un tanto a las religiones que alaban a algún dios pero que no se da cuenta de la existencia de un ente simbólico que está muy presente en la cotidianidad que es la naturaleza. Un ente al que pocas personas le agradecen; no se trata de reconocimiento, sino del descuido que el ser humano ha brindado peligrosamente a su propio hogar con cuestiones como la contaminación, la violencia o el camino a su propia aniquilación. No está mal creer o no creer en Dios si las acciones que se realizan en vida no atacan a la naturaleza en todo sentido. Esto también puede ser una crítica al machismo que aún sigue cargándole más importancia al mérito de la figura masculina que a la femenina cuando, en este caso, sin problemas podría ser al revés.

También juega el hecho de que, considerando la existencia de Dios, entonces puede que no sea realmente todopoderoso o es desinteresado, pues, según Mother!, él tiene el poder para acabar o prevenir muchos de los desastres que surgen, como el juicio de permitir la hipotética existencia de un infierno o no regular la actuación humana desde su privilegio en un inicio. Tal vez se ciega por la adoración que existe hacia él y prefiere no dale importancia cuasi gozándolo, además de seguir creyendo en el ser humano a pesar de todo, una y otra vez.

Ante el caos, en el estudio de El poeta nace el hijo; la Madre naturaleza ya harta de todo, decide que se quedará despierta sin cesar para proteger a su hijo, pues Dios quiere sacarlo al resto de la destrozada casa para que toda la gente que le ha llevado regalos pueda verlo y apreciarlo, lo que inevitablemente hace. En una atroz escena, la Madre corre buscando a su hijo que pasa de manos en manos sobre un mar de gente hasta que ya no queda nada, pues lo mataron y se lo comieron. Aquí se presentan dos principales interpretaciones, siendo el bebé Jesucristo, hijo de Dios pero sin padre biológico, ¿un milagro de la naturaleza?, asesinado por los seres humanos que no han traído más que tragedias peores que antes de la primera eliminación del ser humano a un lugar que se mantenía era tranquilo y hermoso. Se plantea una sobrepoblación tóxicamente peligrosa (quizá apelando un poco a las pandemias, también); el hecho de comérselo puede referenciar el proceso de “comer el cuerpo de Cristo”. La segunda interpretación se basa en que el bebé, similar a la piedra preciosa, representa en general lo bueno, la calma, la inocencia, la unión; pero la sociedad corrupta y la naturaleza posiblemente violenta del ser humano se traga todo eso que representa el niño, siendo más fuerte que esas cualidades que tal vez podrían salvar nuestro planeta de ser atendidas.

Madre naturaleza no aguanta más y decide quemarlo todo desde el sótano, es decir, el infierno, donde se escondían algunos depósitos con lo que parece ser petróleo o gasolina, terminando con la gente dentro, consigo misma, con la casa, con el planeta, aunque Dios resultó intacto.

Como en la escena inicial, al final parece que la casa está bien, sin embargo hay otra chica en la cama, parece que se buscan representar ciertos estándares de belleza que puedan encajar con la idea de la naturaleza aunque en esta ocasión ya no es Jennifer Lawrence. Puede ser que este final proponga la existencia de varios “reinicios” incluso antes de la idea de Adán y Eva o con el mismo Big Bang, además de un destino en la actualidad que encaminaría inevitablemente a un final tan funesto como el que presenta Aronofsky. Y aun así, considerando la existencia de Dios, éste estaría dispuesto a volver a crear un mundo con una nueva Madre que se ve, con cada reinicio, más artificial, menos real y menos natural. Para terminar confiando una vez más en el ser humano, por más que le ha fallado tanto a una de las madres más importantes de todas: la Madre naturaleza.

Con Dios o sin Dios, es imperante cuidar nuestro hogar y no ser indiferentes ante un planeta que pide a gritos que le respetemos para no convertirnos en intrusos que destruyan la gran casa. La Tierra tiene vida, de alguna forma u otra, y el ser humano se está empeñando en que su corazón deje de latir, no se puede ser indiferente ante ello. Sin duda Mother! representa todas estas ideas de una forma original y siempre es bueno verla nuevamente con todo esto en mente para repensarnos a nosotros mismos como habitantes de un planeta moribundo.

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