¿Por qué la ciudadanía no está complacida con el INE?
- Revista Afluente
- 4 jul 2021
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Por Carlos Sarabia.
Estudiante de Ciencia Política en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Miembro del Seminario de Estudiantes del Centro de Estudios Sociales Antonio Gramsci.
Los años de 1988 y 2006 resuenan con fuerza en la memoria de los mexicanos, fueron aquellos de los fraudes electorales. Si bien, las elecciones del 88 no estuvieron organizadas por el anterior IFE, se recuerdan como la primera experiencia política del México moderno, y encima la más traumática. Después de la famosa “caída del sistema”, el tirano y déspota, Carlos Salinas de Gortari, se refirió al “triunfo” que obtuvo de la siguiente forma:
“Estoy convencido del triunfo de mi partido. El mundo tendrá que reconocer este ejemplo que dieron los mexicanos en esta jornada democrática, al acudir a las urnas y conservar la paz y la tranquilidad”, afirmó el candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari, el 7 de julio de 1988. (Citado por Castro, A., 2018).
Descaradamente, el nuevo presidente trataría de legitimar su mandato, a costa de pisotear la poca esperanza que los mexicanos tenían en las instituciones y en la democracia. Con la intención demagógica de demostrar que el régimen priista buscaba crear elecciones limpias, en 1990 los diputados del PRI y del PAN impulsaron una reforma político-electoral, la cual marcaría el nacimiento del IFE. De dicha organización, surgieron personajes enigmáticos como José Woldenberg, Luis Carlos Ugalde, Leonardo Valdés Zurita y los recientes protagonistas Lorenzo Córdova y Ciro Murayama.

En las elecciones federales siguientes, el organismo se mostró como si fuera un árbitro implacable. Como tal, el objetivo principal era asegurar contiendas honestas, organizadas por los consejeros, quienes en teoría eran “apartidistas”. Sin embargo, los comicios del 2006 serían una gran mancha de salsa en los “cuello blanco” de la institución, debido a que los resultados de la contienda presidencial nuevamente serían señalados de haber sido modificados por los gestores del festival.
En consecuencia, lamentablemente la confianza del ciudadano en las elecciones y en sus instituciones, que había aumentado en las votaciones del año 2000, sufrió un duro golpe. El sentimiento suspicaz que venía gestándose desde la revolución urbano cultural de 1968, alimentado de atrocidades como la matanza de Tlatelolco, el halconazo del 71, el sexenio de derroche y corrupción López Portillo, las ya mencionadas elecciones del 88, el sangriento año del 94, etc.: se avivó nuevamente en el 2006, siendo ahora el IFE un villano más de la tragicomedia mexicana, junto con Felipe Calderón Hinojosa.
Para medir la confianza que los ciudadanos depositaban en sus instituciones, desde el año 2000 se realizaba la Encuesta Nacional de Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP) en cada proceso electoral; sin embargo, sospechosamente para el año 2005-2006, después de las elecciones, uno de los organismos que participaban en el sondeo, fue relegado de dicha actividad, véase:
La Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP) constituye un esfuerzo conjunto de la Secretaría de Gobernación (SEGOB) y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), desarrollado en el marco del Plan nacional de desarrollo 2007-2012. La ENCUP se ha levantado en cinco ocasiones, 2001, 2003, 2005, 2008 y 2012, de las cuales tres han sido realizadas por el INEGI (2001, 2003 y 2008). (INEGI, 2012).
Sobre esto, diversos cuestionamientos quedan al aire: si es que los escrutinios del 2006 fueron legítimos ¿Por qué el INEGI no participó en la realización de la ENCUP del 2005-2006? ¿No fue acaso el miedo de Felipe Calderón, que no permitió que se reflejara la desconfianza que había provocado en los ciudadanos? ¿Dónde estaban los paladines de la democracia del entonces IFE para defender al menos una encuesta transparente?
Se podría pensar que con el cambio de nombre en el 2014 del “arbitro electoral”, la aclamada renovación de las instituciones democráticas llegaría con el INE; no obstante, si los funcionarios de una institución siguen dentro aún después de su renovación, la ineficiencia seguirá ahí. Basta con decir que Lorenzo Córdova, el actual presidente del INE, fungió como consejero electoral del IFE, de 2011 a 2014, cuando Leonardo Valdés Zurita era el consejero presidente.

Estas elecciones demostraron nuevamente que la sociedad mexicana no percibe al INE como un árbitro justo, sino como un organismo que vela por los intereses de un grupo en específico. Las disputas con el presidente de la república y los miembros de MORENA en estas elecciones, denotaron el cólera que se generó con la llegada a la presidencia del eterno enemigo de la derecha mexicana, Andrés Manuel López Obrador.
Referencias:
• Castro, A. (2018). El día en que “se cayó el sistema” y ganó Salinas. En El Universal. Recuperado de: https://www.eluniversal.com.mx/colaboracion/ mochilazo-en-el-tiempo/nacion/sociedad/el-dia-en-que-se-cayo-el-sistema-y gano-salinas
• INEGI. (2012). Encuesta Nacional Sobre Cultura Cívica y Prácticas Ciudadanas (ENCUP). Recuperado de: https://www.inegi.org.mx/programas/ encup/2012/
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