Democracia, confianza y satisfacción: ¿Está complacida la ciudadanía con el INE?
- Revista Afluente
- 4 jul 2021
- 5 Min. de lectura
Isaac Riquelme.
Profesor Adjunto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Miembro activo del Centro de Estudios Sociales Antonio Gramsci A.C
Nos complace inaugurar una nueva columna de la Revista Afluente y para comenzar politizando, le daremos seguimiento a nuestro artículo anterior, (en Filosofando) dado a que, al revisar nuestra discusión nos percatamos de que quedaron múltiples interrogantes y diversos debates que dejamos de lado. Es por ello por lo que politizaremos con un tema tabú para los defensores de la democracia liberal representativa “a la mexicana” sobre todo en aquellos defensores empedernidos de la infalibilidad de las instituciones políticas y de los órganos autónomos.
Ciertamente hemos presenciado a lo largo de las últimas dos décadas significativos avances en materia democrática y sobre todo se ha trabajado por alcanzar una sólida cultura política, esto último conlleva a elevar el nivel de concientización ciudadana en torno a los asuntos públicos, por ende, las demandas democráticas se vuelven cada vez más exigentes.
Uno de los lastres que venimos arrastrando en México desde la etapa autoritaria, es la presencia de fraudes electorales, y contiendas cuestionables debido a las prácticas clientelares, la coacción y compra del voto, si a esto le agregamos la parcialidad en el arbitraje y el sesgo informativo que se da en los medios de comunicación, el panorama es poco alentador, porque inclusive dejando fuera los factores socioeconómicos como la desigualad y la pobreza que, ciertamente representan un obstáculo para el progreso político, nos podemos preguntar ¿Se ha consolidado nuestra democracia?

De acuerdo con las posturas minimalistas, la democracia se debe reducir a la presencia de elecciones libre, competitivas y periódicas ¿Debemos contentarnos con la organización de comicios? ¿No es acaso hora de elevar nuestro umbral democrático? ¿La organización de elecciones implica necesariamente arbitraje imparcial y eficacia en los resultados o mejor aún confianza y certidumbre?
Basta revisar únicamente la campaña de promoción mediática que ha tenido el Instituto Nacional Electoral (INE) en los últimos seis años, para percatarse de que, además de fungir como árbitro, regulador y organizador de las elecciones, sus principales figuras han tenido la intención de posicionarse como protagonistas e inclusive pasar a ser actores políticos con una agenda que se inclina explícitamente a una sola dirección. Lo anterior, ¿Contribuye o demerita a la democratización?

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Cultura Cívica ENUC, realizada por el Instituto Nacional de Estadística (2020), Geografía e Informática INEGI, el 46% de la población se siente poco o nada satisfecha con la democracia realmente existente, por su parte el INE no cuenta con números tan favorables, tan sólo el 18.8 % manifestó confiar plenamente en el instituto, quizá su mayor logro, sea situarse por encima del Presidente, quien recibió un 17.2%, aun así tomando en consideración el presupuesto con el que cuenta el órgano autónomo, los sueldos de sus altos funcionarios, lo costosas y complicadas que resultan las elecciones en México (El propio Consejero Presidente llego a admitir en un video mientras mostraba los mecanismos con los que cuentan las boletas, que las elecciones en nuestro país eran sumamente caras debido a nivel de desconfianza), el tener índices tan bajos de legitimidad genera desconfianza en que la realización de su trabajo es parcial y dudoso por lo que la ciudadanía no percibe que su voto vaya a ser respetado.
Debido a la documentación de prácticas fraudulentas en el pasado (y en el presente también) resulta evidente y justificable la desconfianza e insatisfacción por parte de la ciudadanía, el hecho de que se deban buscar diversos instrumentos y dispositivos para garantizar la autenticidad de las boletas, nos indica que, el INE no ha sido capaz de transmitir seguridad y certidumbre de que no se llevaran a cabo acciones antidemocráticas, todo indica que el anhelo de muchos sobre transitar hacia el voto electrónico tendrá que esperar algunos años más, todavía siguen muy presentes los antecedentes de la famosa caída del sistema en 1988, pero sobre todo el fraude cibernético de 2006.
La narrativa de los partidarios de la 4T es que, Andrés Manuel López Obrador salió con la victoria en alto a pesar del INE y no gracias a éste. El hecho que el presidente
haya obtenido un 53% de la votación y durante sus primeros dos años y medio de gobierno los ejercicios demoscópicos le dieran cuando menos el 60% de aprobación, nos genera múltiples interrogantes.
Los esfuerzos del INE por repeler los embates de las demandas civiles dirigiendo la atención pública y colocando la responsabilidad en otros actores políticos, son palpables. A principios del presente mes, salió a la venta el nuevo libro del Dr. Lorenzo Córdova Vianello en coautoría con Ernesto Núñez publicado por editorial Grijalbo.
Esta obra a diferencia de la oleada de libros lanzados en los últimos meses, tales como El Presidente, de Leonardo Curzio y Aníbal Gutiérrez, Y mi palabra es la Ley de Carlos Elizondo, De regreso a la Jaula, de Roger Bartra, Balance Temprano de José Woldenberg y Ricardo Becerra entre otros, que buscan poner en tela de juicio la narrativa y los resultados de la llamada “Cuarta Transformación” encabezada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, el de Córdova y Núñez se intitula “La democracia no se construyó en un día” que a pesar de no pretender evaluar al actual gobierno, puesto que la obra concluye en la contienda de 2018, al buscar reivindicar la labor de INE y ganar legitimidad, no les fue posible evitar aludir a este como quien busca adjudicarse los avances democráticos, les compartimos uno de los últimos párrafos para que se den una idea.
Suponer que la democracia es obra de un solo grupo, partido u hombre, o producto de un solo momento electoral, es desconocer que nuestro sistema político-democrático es un proyecto que ha convocado al mayor número de esfuerzos políticos y sociales del México Moderno. (Córdova & Núñez, 2021 p. 592)
¿Cuánto tiempo habrá de transcurrir para que la ciudadanía comience a confiar plenamente en los órganos de arbitraje y organización de las elecciones? ¿Qué indicios necesita mostrar el INE para dar certidumbre a los votantes de que su sufragio será respetado? ¿Le beneficia o le perjudica al INE que sus principales figuras se metan a la arena electoral como actores políticos? ¿Por qué si el INE es costoso y organiza elecciones caras no hay satisfacción ciudadana?.
Finalmente otro de los vicios en que ha caído el órgano electoral, es evadir la apertura y pluralismo ciudadano. ¿Hasta cuándo la ciudadanización del INE será real y dejará ese hermetismo elitista que les ha caracterizado?
Referencias:
• Córdova Vianello L. & Núñez E. (2021) La democracia no se construyó en un día. México Grijalbo.
• Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (2020) Encuesta Nacional de Cultura Cívica. En https://www.inegi.org.mx/contenidos/ programas/encuci/2020/doc/ENCUCI_2020_Presentacion_Ejecutiva.pdf
Comments