top of page

Olvido

Querida abuela (o Manena, como te decía yo):


Quiero pedirte perdón. Una y mil veces, por todas las veces que me he olvidado de ti. Por todas las veces en que, cuando me pasó algo bueno, no te di las gracias por ayudarme a lograrlo. Por todas las veces en las que, cuando lloré, no busqué consuelo en ti, en tu recuerdo. Por todas las cosas buenas que hice, pero no se me pasó por la mente agradecerte siquiera, o pensar que tú tuviste algo que ver. Por todas las veces que pensé que te había decepcionado.


Quiero pedirte perdón por haberme olvidado de ti. Por haberme alejado de tu recuerdo.

Con el paso de los años, el dolor se vuelve costumbre, la vida sigue. El lugar se queda vacío. Hasta que algo nuevo llega y ocupa una parte importante: una carrera, un problema, una familia, una persona. La vida, simplemente, te llena de cosas. Tú sabes de que cosas estoy hablando.

Viéndolo desde una perspectiva, me doy cuenta de que solo estuviste en una pequeña parte de mi larga (o tal vez no tan larga) vida. La primera parte de ella, la parte que es más probable que olvide. Siento que te esfumas de mi mente, que te alejas de lo poco que guardo en mi mente de ti. Todo lo bonito que recuerdo de mi infancia, se va haciendo cada vez más atrás, para dar paso a nuevas cosas que me están pasando.


Es irónico que mi mayor miedo sea el olvido y eso sea justamente lo que está pasando. Por más que me aferre a mis recuerdos, a mi mente, esta me traiciona. Decide que se va, que se queda. Y yo, no tengo como objetar lo que está pasando. Me pregunto si a otras personas también les sucede eso.


Así que quiero pedirte perdón, por olvidar como suena tu risa, o cual era el color de tus ojos. Perdón por olvidar como se sienten tus abrazos y el sonido de tu voz. Por olvidar algunas cosas que me decías. Perdón porque, con el paso de los años, te haya olvidado. Al menos en parte.

No quiero ser una mala persona. No quiero ser una mala nieta. Quiero quedarme contigo el mayor tiempo posible. Quiero llevarte conmigo a donde vaya, para que veas lo que sea que haga, y veas que si logre lo que quería lograr. Y no es aferrarme, simplemente es llevar un ángel de la guarda en el que todavía creo, a mi lado.


No quiero olvidarme de ti.


Pero sé que no dejarás que eso pase. Sé que estás ahí. Y de una u otra forma, estás feliz. De que siga adelante con mi vida. Que creciera, que escribiera como querías que escribiera. Que cuidará de mi mamá. Que fuera lo que tú querías que fuera. Que cumpliera sueños que tú ya conocías cuando ni yo sabía que existían.


Cuando tenía ocho años, hice un periódico que tú siempre leíste. Cuando tenía diez, te dije que quería escribir. Y me regalaste una libreta donde escribí mi primera historia. Y mira cómo están las cosas ahora. Tú siempre fuiste mi mayor fan. Una de las primeras.

Todavía me dueles. Más de lo que me gustaría admitir. Pero también, todavía me quedas tú. Me quedan tus recuerdos y las fotos. Me queda la educación que me diste, me queda tu sangre. Me queda tu familia. Mi familia. Tu reflejo más grande.


Y te prometo, que siempre, aunque sea en la parte de atrás de mi cabeza, te guardaré.

bottom of page