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Mandas y coronavirus: Detrás de la peregrinación frustrada la Basílica

La manda es una práctica religiosa presente desde tiempos coloniales en nuestro país. Para la población católica, consiste en hacer una promesa de peregrinaje a un Santuario de la Virgen de Guadalupe, con el fin de que esta divinidad interceda ante Dios para que sean cumplidas las peticiones de sus fieles.

Las autoridades capitalinas hicieron un llamado a la población para evitar salir de casa y posponer la peregrinación hasta que la ciudad estuviera en semáforo verde, por ende, las mandas pactadas en este 2020 estarían canceladas. Aún así, miles de personas prosiguieron con sus viajes ante la premura de tener que pagar sus mandas aunque sea de lejitos, pues, desde hace días colocaron vallas metálicas en la Plaza Mariana que impiden el acceso.


La Virgen de Guadalupe, la madre que ayuda en los casos desesperados, año con año reúne a millones de personas en la Basílica de Guadalupe, al grado de estar catalogada como patrimonio cultural inmaterial de la Ciudad de México. Debido a la contingencia por Covid-19, las puertas de este espacio se mantienen cerradas desde el 10 de diciembre hasta mañana domingo 13 para evitar un disparo en el número de contagios. Lo que ha provocado reacciones mixtas entre la población, quienes desde 1532 cada 12 de diciembre peregrinan desde todas partes de la república para cumplir con su manda. Por un lado, un buen número de la población reconoce a la pandemia como causa de fuerza mayor para cerrar las puertas de la siempre abierta Basílica, en cambio, para muchos representa el no cumplir con su promesa ante la Virgen.

Han surgido comentarios controversiales, que si es o no irresponsable permitir a los cientos de miles de creyentes que realicen el peregrinaje hacia la Basílica de Guadalupe. Entre el revuelo y la ignorancia del problema, se especuló sobre un posible portazo espontáneo para ingresar al recinto. En redes sociales incluso se les ha tachado de inconscientes e ignorantes, bajo el argumento de que el próximo año podrían retomar las festividades religiosas y sus mandas.


En cualquier caso, la manda como recurso religioso representa un rayo de esperanza para personas necesitadas de sosiego ante la desesperación. Se ha documentado lo común de actos como la autoflagelación o caminar hasta el templo de rodillas, decenas o cientos de kilómetros desde todo el Valle de México y más allá. Imaginemos las dolorosas que provoca la pandemia en un país como el nuestro que no estaba preparado: personas en cuidados intensivos alejadas de sus seres queridos, escasez de recursos económicos para buscar atención médica, una crisis económica o el aislamiento de una población mexicana que valora tanto el contacto social. Para un numeroso segmento de la población las mandas asociadas a la fe se vuelven una salida potente para que las familias remonten las adversidades, al menos en el terreno de la paz personal y lo simbólico.

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