La Faena
- Revista Afluente
- 13 ago 2021
- 2 Min. de lectura
Las viejas calles del Centro de la Ciudad de México resguardan lugares maravillosos que han resistido el avance del tiempo, las crisis económicas, las devaluaciones y las pandemias. En la calle Venustiano Carranza, a unas cuadras del Zócalo, está una vieja cantina con sabor taurino: La Faena.
La Faena congrega a múltiples personalidades. Lo mismo van señores en grupo a ahogar sus penas al calor de unos tragos, que jóvenes cansados de las terrazas comunes de Madero y Av. Juárez. Extranjeros o nacionales, en la cantina todos se reúnen a beber y pasar un rato agradable.

La vieja cantina es el lugar propicio para platicar mientras te pones ebrio con bolas de cerveza o caballitos de tequila. Una vieja rocola ameniza el intercambio de palabras entre comensales. La pista está abierta para quien decida levantarse a bailar, con unos tragos encima todos bailamos lo que nos pongan.
Los visitantes de La Faena distraen sus conversaciones admirando los viejos trajes de toreros que reposan detrás de vitrinas que rodean el lugar. Ya nadie sabe nombres de toreros, pero ahí está la indumentaria de los más famosos de la época. Una cabeza de toro –probablemente brindada al dueño del lugar- vigila desde las alturas a los borrachos del sitio.
Un viejo teléfono, de esos que tienen la bocina y el micrófono separados, reposa abandonado en una de las paredes de la cantina. Igual de abandonado está el señor de los baños que suele poner jabón en las manos a quien se deje. “Nadie me da nada”, dice entre reproches el señor del sanitario que lo mínimo que espera son diez pesos.

El lugar es muy viejo, los ángeles despintados del techo lo delatan, pero no pierde el encanto. La madera de las paredes sigue en pie a pesar de los años trascurridos. No sé cuántos años tenga esta cantina, pero las horas aquí se van volando entre tequila y cerveza, se va entre canciones de José Alfredo que se mezclan con las de RBD, se van entre lágrimas y risas. El tiempo se pasa volando, ese mismo tiempo que ha trascurrido desde que la cantina abrió sus puertas por primera vez.
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