La deshumanización de la guerra.
- revsafluenteescrit
- 30 sept 2021
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Actualizado: 1 oct 2021
Por Fátima Ramos.

Para la mayoría de las naciones, las guerras se recuerdan y conmemoran por ser un parteaguas en el desarrollo de la vida y discursos históricos nacionales, que se plantean en torno a dichos eventos bélicos.
De este modo, México tiene una tradición de crear y sostener sus discursos nacionalistas alrededor del comienzo de las guerras, aunque en dichos discursos no se tome demasiado en cuenta el final de las mismas, generando una confusión entre la historia y vida activa de una nación política y el desarrollo de la historia geopolítica. Es decir, se considera historia nacional a sucesos y acontecimientos que tuvieron lugar dentro del actual territorio nacional, pero que en su momento de actuación dicha nación era inexistente.
El ejemplo más claro es la celebración de la guerra de independencia. En el año 2010 se llevaron a cabo una gran cantidad de festejos que conmemoran los doscientos años del inicio de éste suceso y la mayoría de las propagandas mencionan los "Doscientos años de vida independiente", cayendo en un gran error histórico, ya que estrictamente hablando, en 1810 el territorio actual aún era parte de las colonias españolas y más aún, la guerra no había comenzado en favor de la separación de la corona española y la creación de un estado independiente, por el contrario, la guerra comenzó como una protesta por la soberanía de los herederos a la corona y rechazo a los Bonaparte que habían usurpado el poder en España. Fue hasta que el movimiento se encontraba bajo el mando de José María Morelos y Pavón, que se tomaron posicionamientos de carácter legal para separarse de España.
Pero quizá el antecedente más cercano que tenemos de una nación independiente es la consumación de la independencia el 27 de septiembre de 1821, es decir, hace doscientos años, por lo que ahora mi pregunta es ¿Por qué el discurso nacional celebró con gran algarabía los doscientos años de una guerra, que sin duda implicó muerte, carencia y sufrimiento y no se ha pronunciado en celebraciones de igual magnitud por los doscientos años del término de la misma guerra?
Mi respuesta más personal sería que, por la forma en la que se ha manejado el discurso histórico nacional, se han creado grandes confusiones temporales, además, claro, de aparentemente deshumanizar las guerras del pasado.
¿A qué me refiero con deshumanizar la guerra? A que los discursos nacionales retoman las guerras a partir de su inicio y no de su final, dejando en el limbo las muertes reales de cientos o miles de personas, rescatando solamente algunos nombres célebres. Personalmente considero que si se tratara con mayor humanidad las guerras en las historias nacionales, no solamente se reduciría la confusión en cuanto al acontecer cronológico y natural de los sucesos históricos, sino que se podría humanizar la historia y los acontecimientos.
Creo que de esta manera, la historia como materia podría dejar de hablar de personajes que encontramos en monografías de papelería y que parecen haber sido incorruptibles, mesías nacionales que difícilmente logran generar una empatía con estudiantes jóvenes, también las batallas dejarían de ser nombres de lugares desconocidos y fechas que nadie recuerda; todo eso se podría cambiar para hablar de injusticia con sabor a impotencia, guerras que significaron muertes, dolor, sufrimiento e inmundicia, pero que, seguramente para los personajes de monografía y los otros miles que no tienen nombre, ni siquiera un mito en su honor, era un precio a pagar por la esperanza de algo mejor, aunque podrían haber sido conscientes de que no lo verían por ellos mismos.
Quizá entonces, después de humanizar las guerras, nos toque preguntarnos si las muertes con esperanzas han valido la pena o ha dado los frutos que las y los muertos sin nombre creían estar sembrando.
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