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Filosofando con...

  • Revista Afluente
  • 28 nov 2020
  • 9 Min. de lectura

LA ÉTICA PERIODÍSTICA, FUNDAMENTAL PARA EL COMBATE A LAS FAKE NEWS


Carlos Manuel Sarabia Zepeda e Isaac Riquelme Ramírez

Estudiante de 3° semestre de Ciencia Política y profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Ambos son integrantes del Centro de Estudios Antonio Gramsci


Siempre el principal reto para un periodista está en lograr la excelencia en su calidad profesional y su contenido ético. Cambiaron los medios de coleccionar información y de averiguar, de transmitir y de comunicar, pero el meollo de nuestra profesión sigue siendo el mismo: la lucha y el esfuerzo por una buena calidad profesional y un alto contenido ético. El periodista tiene el mismo objeto que siempre: informar. Hacer bien su trabajo para que el lector pueda entender el mundo que lo rodea, para enterarlo, para enseñarle, para educarlo.


Posverdad es una palabra que es utilizada en aumento, en el año 2016 fue catalogada como la palabra más usada por el Oxford Dictionary. Este aumento se debe a que la humanidad vive en la era digital, en la era del Big Data. Si antes las noticias tardaban horas o días en llegar a ser conocidas por las personas, ahora sólo es cuestión de minutos o segundos. No obstante, esta velocidad de la información provoca que las fake news puedan filtrarse entre las noticias verdaderas, y esto se da por diversas cuestiones; sin embargo, una de las más importantes es que los receptores no se detienen a corroborar la información que les llega a sus manos.

Ryszard Kapuściński, en su libro Los cinco sentidos del periodista, plantea que la prensa es una forma de manipulación de la opinión pública. Si bien este hecho no debería ser de tal forma, debido a que el periodista debe enfocarse en decir los hechos de manera objetiva, en la práctica no ocurre así. Por ejemplo en México, en cada elección presidencial se pueden notar diversos ataques desde los medios masivos de comunicación hacia algún candidato político determinado.

Siguiendo el planteamiento de Kapuściński, este ensayo intenta explicar brevemente la forma en la cual las noticias falsas impactan en la opinión pública e influyen en el comportamiento político de los individuos sociales. Asimismo, se busca persuadir al periodista sobre la importancia de la ética profesional y al lector común sobre la gran relevancia de la corroboración de la información que llega a sus ojos y oídos.




LA POSVERDAD COMO MODUS VIVENDI EN LA VIDA PÚBLICA


Según la Real Academia Española (RAE), la posverdad se refiere a la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Según esta definición, las noticias falsas, siendo una mentira, se inmiscuyen como verdad en el imaginario colectivo, lo cual provoca diferentes modos de actuar en las personas. La preocupación de este fenómeno recae en que al apelar a los sentimientos y emociones, las noticias se “encarnan” demasiado en la vida de las personas, lo cual provoca que se vuelva complicado revertir la percepción de los individuos sobre los “hechos” que se les han comunicado.

Este espectro no es nuevo, ha acompañado al ser humano desde la creación del lenguaje. La razón de su práctica es que la información siempre ha sido un bien no material muy valioso. En épocas anteriores, los medios de comunicación masiva han sido un monopolio de los representantes del poder del Estado. No obstante, conforme ha avanzado la tecnología, la oportunidad de ser un emisor con grandes audiencias receptoras se ha incrementado.

La llegada de los medios digitales ha brindado esta oportunidad a la mayoría de los pobladores del mundo. Las interconexiones de un lado del globo terráqueo hacia el otro, se han incrementado exponencialmente. Ahora, cualquier persona que posea un dispositivo con Internet puede “dar las noticias”, comentarlas o desacreditarlas con un like o una reacción, sin importar si éstas son verdaderas o no. Este espectro lo referencia muy bien Genaro Villamil, en su libro titulado Rebelión de las audiencias.

No obstante, el paso de los medios tradicionales a los medios digitales provocó que las noticias falsas se proliferaran con mayor intensidad y llegaran más lejos de lo que antes podían hacerlo. El hecho de que no exista una regulación de la información de lo que se propaga por Internet, recae en que este fenómeno crezca cada vez más. Asimismo, las fake news pueden pasar desapercibidas fácilmente por tener una buena ilustración, una entrada que apele a las emociones, algunos datos verdaderos, la alusión a un personaje reconocido, etc.

Si se analiza el caso de México, entrando en el siglo XXI, la televisión comenzó a ser rechazada por las audiencias. Debido a la gran desconfianza de los ciudadanos en las instituciones públicas. Una de las sentencias que se encontraba en el imaginario social era que “la televisión intervenía en los procesos electorales”. Un ejemplo claro es la propaganda mediática en contra del candidato a la presidencia Andrés Manuel López Obrador en el 2006, donde se le tachaba de dictador y se mencionaba que iba a llevar a México a la ruina. Este hecho proliferó la desinformación y favoreció al candidato Felipe Calderón Hinojosa, quien ganó las elecciones.

Lo anterior devino en el traslado gradual de las audiencias, mayoritariamente, a los medios digitales como fuentes de información noticiosa. Para las elecciones del 2012, las redes sociales comenzaron a ser partícipes como medios de información y, a su vez, como plazas públicas. Pero, si tenemos en cuenta el bajo nivel educativo en México, el acceso a las Tecnologías de la Información (TIC) se ha dado de una forma poco orientada. En consecuencia, la corroboración de la información en un medio de comunicación novedoso se vuelve complicada. Por esta razón, muchas personas en México dan credibilidad a las noticias que circulan en Internet, con las características antes mencionadas, sólo porque “no lo vieron en televisión”.

Entonces, el problema de las fake news no es provocado por el medio donde se transmiten, sino por el emisor que circula la información. En estos momentos muchas personas son víctimas de la posverdad con noticias falsas que circula en Internet. Hoy en día se confía mucho en las plataformas digitales, porque se dejó atrás al “tirano de la información”, que era la televisión; empero, se entró así a un terreno más peligroso, a la “tierra de nadie”. En este terreno entran en juego diversos intereses políticos y económicos, los cuales influyen para moldear la información a su favor, como menciona Kapuściński:

Esta enorme y creciente influencia de los medios, en particular electrónicos [y digitales], se ha advertido mejor que en otro ámbito en el mundo político, que lucha por tener más presencia en el público general a través de los medios de comunicación. Las elecciones en los Estados Unidos constituyen un buen ejemplo de cómo los medios masivos influyen no sólo en la presentación sino en el manejo de la vida política. Allí se ve con claridad cómo los políticos se ajustan a las demandas de los medios de comunicación, y cómo esa influencia es un arma de doble filo: a veces les da buenos resultados, y a veces malos. Es una herramienta complicada.





MANIPULACIÓN MEDIÁTICA Y SUS EFECTOS SOCIALES


“Es indudable que en un balance diagnóstico de nuestra vida pública

los factores adversos superan con mucho a los favorables,

si el cálculo se hace no tanto pensando en el presente

como en lo que anuncian y prometen”

Para poder satisfacer la demanda de información, los medios tradicionales de comunicación han tenido que adecuarse a las condiciones de la realidad actual. Puesto que los mecanismos que solían utilizar se han vuelto obsoletos en unos cuantos años. Al aumentar la información disponible, los intereses de la ciudadanía se expandieron y por ende, los medios presentaron un crecimiento exponencial. Ante este escenario de un constante e inacabado flujo de información se presentaron distintos fenómenos sociales, algunos de los cuales han sido producto de las prácticas carentes de ética por parte de los comunicadores. Tal y como se mencionó con antelación, uno de ellos es la posverdad y las noticias falsas (fake news).

Una de las incógnitas con las que nos topamos ante el estudio de la posverdad, es ¿Por qué en una era digital y de hiperinformación, se suele manipular y desinformar más que en épocas anteriores, en donde era más complicado corroborar alguna aseveración? Son diversas los factores que juegan en la conformación de la posverdad y en “el artificio de la construcción de fake news y sus implicaciones generan perjuicios sociales”. Es menester señalar que, existe una responsabilidad compartida entre los profesionales de la comunicación, la ciudadanía y evidentemente de los intereses intrínsecos de quienes financian campañas de desinformación.

“En la publicidad manipulada, en vez de una opinión pública funciona más bien un plebiscito dispuesto a la aclamación, un clima de opinión. Es manipulativo, sobre todo, el cálculo sociopsicológico de ofertas dirigidas a inclinaciones inconsistentes y encaminadas a despertar reacciones previsibles, sin que por otra parte, quienes así aseguran la aquiescencia plebiscitaria, pueden verse obligados a contrapartidas de ningún tipo: los llamamientos experimentalmente verificados y orientados según “parámetros psicológicos” cuidadosamente estudiados tienen que poder actuar como símbolos de identificación, tanto más como menos conexión tengas con frases políticas programáticas o con argumentos objetivos.”

La estrategia más efectiva empleada por los medios ha sido el recurrir al ámbito emocional, al implantar una idea por lo general negativa hacia algún actor político o grupo social. De esta forma, se busca tener injerencia en la formación de la opinión pública y al conseguir manipular la percepción de algún hecho, alteran por completo el comportamiento político, generando miedo, animadversión, resentimiento y en el peor de los casos provocando caos y violencia. Por lo tanto, el fenómeno de las fake news no resulta ser tan inofensivo como podría parecer superficialmente.

¿POR QUÉ NECESITAMOS REPLANTEARNOS UNA ÉTICA PARA EL PERIODISMO?

Habrá quienes consideren que, en una época en donde el efecto de la falsedad mediática es relativamente efímero; al ser posible desmentirlo comparando otros medios, o bien indagando hasta llegar al meollo del asunto, su impacto negativo sería minúsculo. Sin embargo, esto no es así, ya que uno de los fundamentos de la Teoría de la elección racional postula que, un sujeto racional, es aquel que toma decisiones basadas en el cálculo de las utilidades y para ello habrá de contar con información completa y fidedigna. Por lo que uno de los efectos colaterales de las fake news, es el despojar del derecho que cuentan los ciudadanos de acceder a información imparcial y objetiva, provocando que se puedan tomar malas decisiones individuales y colectivas. Mismas que a su vez, tienden a desembocar en problemáticas que atentan contra el orden y estabilidad política, económica y social.

Un periodista no puede nunca dejarse llevar por sus enfados personales. Así, por ejemplo, los redactores del periódico no deben hacer el vacío a un personaje porque han tenido problemas con él para obtener determinada noticia. El derecho a la información es sobre todo del lector, no del periodista.

Es por ello que resulta urgente e impostergable crear una nueva deontología del periodismo adecuada a las condiciones y necesidades de nuestra época. En ocasiones, los periodistas en su afán de ser los primeros en publicar la nota, no se toman el debido tiempo de corroborar la veracidad de las noticias que están por difundir. Esto además de desinformar y afectar a la sociedad, perjudica principalmente al periodista. Puesto que pone en juego su profesión, al publicar constantemente falsedades renuncia a lo más valioso que puede tener un periodista, la credibilidad.

Uno de los avances ha sido el código ético que ha creado la Sociedad de periodistas profesionales, mismo que se basa en cuatro pilares: Buscar la verdad y reportarla. Minimizar el perjuicio. Actuar con independencia y ser responsable.

CONCLUSIÓN

En síntesis, con esto no se quiere desprestigiar el trabajo de los periodistas, lo que se busca es mencionar la importancia de la ética profesional. Claro, han cambiado los medios de comunicación y la dinámica del trabajo, ahora se debe actuar con mayor rapidez. No sólo se compite contra el colega, sino también contra el periodista urbano, quien carece del conocimiento de los códigos de ética, dificultando en la mayoría de los casos el combate a las noticias falsas. Por esta razón, el trabajador de la noticia, no debe dejar atrás los valores que lo hacen profesional, enfocándose en informar, finalidad que no ha cambiado.

Asimismo, no queda más que mencionar uno de los mayores desafíos en el combate a la desinformación en la era de la posverdad: crear una cultura política sólida, acompañada de una pedagogía cívica, que busque generar interés en los ciudadanos. De tal forma que éstos, se forjen el hábito de la corroboración y cumplan con sus deberes éticos, de lo contrario, las noticias falsas serán una perpetuidad.









Referencias

Grijelmo Á. (2013) El estilo del periodista. México. Taurus.

Habermas J. (2011) Historia y crítica de la opinión Pública: La transformación estructural de la vida pública. Barcelona. Gustavo Gili.

Kapuściński, R. (2004). Los cinco sentidos del periodista. México: Fondo de Cultura Económica.

Ortega y Gasset J. (2014) La rebelión de las masas. En Ortega y Gasset I Colección Grandes Pensadores. Madrid. Grados.

Real Academia Española. (04 de noviembre de 2020). Diccionario de la lengua española. Obtenido de <https://dle.rae.es>

Sociedad de Periodistas Profesionales (2020) Código de ética. Recuperado: de https://www.spj.org/ ethicscodeSP.asp


 
 
 

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