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Crítica De La Razón Lopezobradorista

Por Ricardo Uriel García Vázquez. Licenciatura en Ciencias Políticas y Sociales. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM.



Fuente: Getty Images


“Siembra un pensamiento y recogerás un acto” es una frase sencilla que apela a lo importante que puede ser un ideal para repercutir en el actuar humano. La ética, como disciplina filosófica encargada de comprender las motivaciones y fines de los actos humanos ha dejado en claro, desde su tradición más antigua, que la mayoría de sus acciones se sostienen bajo un soporte ideal, esto es, una representación que aspira a la praxis (dentro de las condiciones de posibilidad) tomando in regula la proyección de perfección (o Idea) que se tenga como fin. Immanuel Kant en Critica de la razón pura refiere que “los ideales […] poseen fuerza práctica (como principios reguladores) y la perfección de determinadas acciones encuentra en ellos su base de posibilidad” (Kant, 2021).


Es decir, que los ideales poseen un fin intrínseco (o bien, son el fin en sí mismos) que, dentro de las condiciones de posibilidad, facultan al ser humano con un margen de acción. Una palabra o frase que remita a determinado fin en una acción, asimilada e interiorizada por un sujeto dentro de su conciencia. O bien, un principio a priori de la razón pura (como plantea el criticismo) adquiere una naturaleza normativa y directiva en su comportamiento.


La implicación de un ideal en el actuar humano en su dimensión social se ha estudiado en las ciencias sociales desde el concepto de ideología. Karl Mannheim define a la ideología como un sistema de pensamiento social divergente y experiencial que “se constituye como un armazón conceptual de un modo de pensamiento como función de la situación vital de un pensador” (Ideología y Utopía, 2019, pág. 91).


Las ideas, enmarcadas en un contexto sociohistórico determinado en una comunidad, establecen “presencias de grupo”. Es decir, interacciones psíquicas entre los individuos que las conforman en donde éstas, aunadas a las experiencias, constituyen un factor integrador (ídem, 2019). En otras palabras, se conforma una cosmovisión. Y solo por medio de estrechos vínculos comunicativos es posible su cometido integrador, pues “[cuando] el hombre ha interiorizado un patrón extraordinariamente heterogéneo, y reacciona ante ello escogiendo unas cuantas variables y asignándoles un valor normativo; la uniformidad, como tal, adopta la forma de un consenso respecto de esos valores (ideas) (Halliday, 2017, pág. 203).


Desde 2018 es notorio que el ideal que da forma al proceder político del gobierno de Andrés Manuel López Obrador es la corrupción. Si bien otros ideales como transformación o regeneración han tenido un protagonismo notorio en las acciones del actual mandatario, lo cierto es que ninguno, por su carácter extensivo, posee tanta relevancia como el antedicho. Ora en sus discursos, ora en las Mañaneras, la corrupción se sostiene como el principio que traza la directriz de su política. Incluso, en su más reciente manifiesto, Hacia una economía moral, López Obrador ha referido que “la corrupción es el principal problema de México”, apelando como código de conducta su erradicación (López Obrador, 2019).


En su connotación más esencial, la corrupción se define como “el abuso del poder para beneficio propio” (Senturia, 1993). Sin embargo, “las definiciones de corrupción y su impacto varían. No se puede suponer que la corrupción siempre signifique la misma cosa o que tenga el mismo impacto o motivación. Las declaraciones normativas sobre la corrupción requieren un punto de vista, y un modelo sobre cómo el fenómeno opera en casos particulares” (Rowland, 1998). Cual sea su definición, la corrupción es un fenómeno social que encuentra su caldo de cultivo en la deficiencia del aparato estatal. Pero para Andrés Manuel y la Cuarta Transformación, dicho significado trasciende las particularidades del fenómeno: se ha tornado “metafísico”.


}La “metafísica” lopezobradorista propone una visión antropológica peculiar (cf. (Bartra, 2021, pág. 81), con reminiscencias cuasi roussonianas, donde sostiene explícitamente que “el ser humano no es malo por naturaleza”, y que “son las circunstancias las que llevan a algunos a tomar el camino de las conductas antisociales”. Sin embargo, a diferencia de Rousseau, el mandatario parte de que el ser humano es bueno a condición de que su bondad responda al margen de lo social y cultural. El contrato social lopezobradorista se funda bajo los criterios de la “lógica fraterna”, donde el individualismo y la valía personal son un oxímoron frente a la cultura y los valores comunitarios; los cuales incluso poseen un cariz redentor. Para él, la corrupción de la bondad humana se debe a las “circunstancias” provistas por el desarraigo de un individuo frente a su propia sociedad y cultura.


Frente a esta antropología, la Cuarta Transformación ha construido una narrativa que pretende explicar las relaciones sociales del país. Puesto que el hombre de la Cuarta Transformación no es el ser individual, sino el corporativo, el hombre es el Pueblo, no el individuo. De hecho, esta será una de las características por las que frecuentemente se considera al nuevo gobierno de corte “populista” (Urbinati, 2021, pág. 31). Asimismo, es significativo considerar que la ontología estatal que provee la raquítica intelligentsia lopezobradorista es por mucho, más semejante a la doctrina del cuerpo político que a la perspectiva mecanicista de un conjunto de instituciones: el Estado, como un todo orgánico, no puede ni debe caer en la “parcelarización” del cuerpo por medio de las instituciones; sería semejante a arrancarle las extremidades a este hombre corporativo.


Las instituciones se encasillan dentro un conjunto aparte, como un producto fatídico del desarraigo místico y fraterno del Pueblo. Éste, en efecto, es distinto de cualquier entidad política que les represente. Esto explicaría, superficialmente, el trasfondo epistémico que se manifiesta en el intento de desarticulación por parte de la Cuarta Transformación para con las instituciones, tanto las independientes como las mismas secretarías de Estado (Curzio & Gutiérrez, 2020, pág. 133), considerando que dichas acciones son solo parte de este manifiesto informe de no-partición del corpus estatal; la inventiva de eliminar intermediarios no entre el pueblo y el gobierno, sino del primero consigo mismo.


El caso de las instituciones en el actual gobierno remite a las implicaciones pragmáticas del ideal de corrupción, las cuales se han visto claramente en una ética de tres directrices: “no mentir, no robar, no traicionar”. Si la corrupción es la base ideal que soporta la pragmática lopezobradorista, los tres imperativos antedichos son el cause programático por el cual se conformarán las acciones de su proceder político. A esto, solo hace falta el ejercicio del sentido común para las implicaciones de directrices en relación con las políticas que se han tomado.


Las “mañaneras” son el paradigma de “no mentir”. La mentira requiere, de antemano, una concepción mínima de verdad para constatar que “eso” en lo que se miente no está de acuerdo con ella. Pero, si en algo brilla la verdad lopezobradorista es por el uso sofístico de la retórica, a fin de “ajustar la realidad a las necesidades del poder” (El País, 2021). O como plantea la concepción lefortiana, hay una conformidad entre el líder y el pueblo: el Egócrata (Lefort, 1990). Las conferencias matutinas se han convertido en un tribunal de la verdad (Curzio & Gutiérrez, 2020, pág. 110), un espacio de abierta hostilidad a la pluralidad de ideas (Bartra, 2021, pág. 123) y un medio de homologación ideológica, donde “la verdad “ que se construye sobre el metarrelato presidencial busca otorgarle una orientación preontológica a la sociedad mexicana, cristalizándose gracias al totalitarismo de la opinión en donde la sociedad avala la generalizada ambigüedad de su discurso, cerrándose a sí misma en su propia narrativa.


“No robar” y “no traicionar” ha sido la línea de la “austeridad republicana” y la lucha contra la corrupción. Resulta notorio que dentro del plan de acción de López Obrador el terreno económico tenga tanta relevancia. Como se mencionó anteriormente, la concepción lopezobradorista de “corrupción” tiene matices metafísicos que abogan a una corrupción de la naturaleza humana. Para él, la austeridad es un principio que evita el abuso desmedido de los recursos y la degeneración moral de los conciudadanos a través del consumo material; una virtud con tinte religioso que se inspira en la pobreza franciscana (Curzio & Gutiérrez, 2020); un factor necesario para la reconstrucción del país. En la práctica económica, empero, la austeridad republicana y el combate a la corrupción solamente actúa como un mecanismo de desarticulación institucional; una medida ideológica que guarda con celo el clientelismo populista (Bartra, 2021).


La interiorización del ideal de corrupción ha adquirido fuerza normativa y directiva en el comportamiento en el nuevo gobierno, instaurando así una ética que sea compatible con los criterios del discurso presidencial. Puesto que los ideales son principios que apelan a la representación perfecta de una acción en la realidad objetiva que, cuando trascienden la experiencia individual y se sumergen en la experiencia social formando una ideología, que en un régimen no exista la disensión ideológica, sino el pensamiento único, favorece la ejecución de proyectos autoritarios.


Tales proyectos se han visto a través de la programática lopezobradorista (“no mentir, no robar, no traicionar”) y en los aparentes movimientos en pos de la centralización y estatización, que son solo parte de un manifiesto informe de no-partición del corpus estatal. Al fondo de todo, discernir los alcances de la “metafísica” lopezobradorista solo nos lleva a seguir considerando su base ideal, la corrupción. A símil de Kant, se puede establecer una somera “crítica de la razón lopezobradorista” a través de este límite tan claro.





Bibliografía


Bartra, R. (2021). Regreso a la Jaula. Ciudad de México: Debate.

Curzio, L., & Gutiérrez, A. (2020). El presidente. Ciudad de México: Grijalbo.

Halliday, M. (2017). El lenguaje como semiótica social. México: Fondo de Cultura Económica.

López Obrador, A. M. (2019). Hacia una economía moral. Ciudad de México: Planeta.

Mannheim, K. (2019). Ideología y Utopía. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.

Oakeshott, M. (2000). El racionalismo en la política. México: Fondo de Cultura Económica.

Rowland, M. (1998). “Visión contemporánea de la corrupción”. En La hora de la transparencia en América Latina (págs. 31-42). Buenos Aires, Argentina.: Granica/Ciedla.

Urbinati, N. (2021). Yo, el pueblo: como el populismo transforma la democracia. México: Grano de Sal.


Referencias en línea

Andrés Manuel López Obrador: El imperio de la mentira | Opinión | EL PAÍS México. (n.d.). Consultado el 18 de julio de 2021, de https://elpais.com/mexico/opinion/2021-04-19/el-imperio-de-la-mentira.html?event_log=go&o=cerrmex

Versión estenográfica de la conferencia de prensa matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador – AMLO. Consultado el 14 de Julio, 2021, tomado de https://lopezobrador.org.mx/2021/07/15/version-estenografica-de-la-conferencia-de-prensa-matutina-del-presidente-andres-manuel-lopez-obrador-573/

Versión estenográfica de la conferencia de prensa matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador – AMLO. Consultado el 15 de Julio, 2021, tomado de https://www.gob.mx/presidencia/articulos/version-estenografica-conferencia-de-prensa-del-

presidente-andres-manuel-lopez-obrador-del-15-de-julio-de-2021?idiom=es



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