REFLEXIONES EN TORNO A “LA VOZ HUMANA” DE ALMODÓVAR.
- revsafluenteescrit
- 15 sept 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 16 sept 2021

Por Cristina Zuñiga Venegas
Tres corazones rotos; dolientes y víctimas de la extrañeza; tres mujeres distintas de tres versiones de la pluma de un autor: Jean Cocteau.
Hablemos de “la voz humana”. Se trata de un texto escrito por Cocteau, que después se convertiría en una ópera y posteriormente se llevaría a la pantalla grande con la adaptación en 1948 por Roberto Rossellini y en 2020 por Pedro Almodóvar.
“La voz humana” de Cocteau plantea el monólogo de una mujer mientras habla por teléfono con “la voz”. Esta obra es una espera y sufrimiento constantes donde la mujer (también en Rossellini) se victimiza y se culpa por el fracaso de su relación sentimental con el ente al otro lado del teléfono; situaciones que los dos directores de cine retoman y modifican según el tiempo histórico en el que viven y también, según sus propios intereses e intenciones.
El cortometraje de Almodóvar es distinto en tanto que rompe con bastantes paradigmas femeninos expuestos tanto en la adaptación de Rossellini como en la de Cocteau; Tilda Swinton representa a una mujer, como las otras dos, que sufre por un aparente abandono. Es a su vez, envuelta en un ambiente repleto de colores brillantes, activos y de la cual se apropia de tal forma que puede sentirse cómo esa iluminación espacial y colorida, se refleja en su propia imagen; pues de igual forma, acompañada de esta atmósfera almodovariana, se muestra a sí misma como una mujer pulcra, estructurada, elegante e incluso un poco angular; características que determinarán su personalidad fuerte y tajante que estelarizará al finalizar el cortometraje.
Estas cualidades distan mucho de las de las protagonistas de las otras dos versiones; pues es que la protagonista del corto de Almodóvar, no se deja vencer enteramente por el sufrimiento; padece y se enfurece pero esto no la detiene. El movimiento y la actividad son otro aspecto que resalta en la obra de Almodóvar; constantemente vemos actividad en todos los aspectos posibles: en movimientos de cámara, en los cambios de habitación, e incluso, en su propio andar; pues el personaje de Tilda Swinton es la única de las tres personificaciones mencionadas, que vemos salir de la habitación en dos momentos distintos durante el cortometraje y es la única que no se mantiene estática en su habitación.
Es importante señalar el movimiento como eje central de este filme porque simboliza y significa la transformación del personaje; de las etapas del propio duelo y de la forma en la que ella las va “superando” o mejor dicho, viviendo a su modo.
Como mencioné antes, vemos a Tilda Swinton moverse de lugar constantemente; la vemos devastada y a los segundos la vemos arreglada; se hace un café, se moja el cabello y se viste; pero nunca, a diferencia de la mujer que propone Rossellini, la vemos llorar.
Como un breve paréntesis me gustaría agradecerle a Almodóvar por la bella elegía que hizo al teatro; partamos de que el director español, eligió la obra de teatro como inspiración, realizó una adaptación y decidió construir la locación del cortometraje como un set teatral: ¡genio!. Mostrar al espectador que el lugar donde el personaje vive es un set construido dentro de lo que parece ser una bodega, me parece un gesto delicioso que elogia y recuerda con gusto a las artes escénicas.
Continuemos con lo interrumpido; algo que especialmente acapara mi atención es que en la versión de Rossellini podemos escuchar una ligera voz que sale del teléfono (que además, Ana Magnani en el papel de “ella” la reconoce y verbaliza como una voz masculina); y esto no sucede en la versión de Almodóvar. Menciono lo anterior para recordar que en la primera escena de la película podemos ver en una toma a Tilda vestida con un vestido rojo y después, sentada frente a ella, vemos a la misma mujer, pero usando un vestido negro. De igual forma, en otro momento de la película vemos a la protagonista acostada en su cama vistiendo un conjunto color rojo y junto a ella hay un traje negro. Estas pistas me parecen fundamentales para inferir que posiblemente más allá de ser una conversación unilateral con “la voz”, se trate de un enfrentamiento con ella misma y con la situación en la que se encuentra.
Me gusta pensar que Almodóvar dejó en incógnita, sin género y ensordecida a “la voz” para presentarnos un arsenal de posibilidades imaginarias. Además así cabe la posibilidad, sin ánimos de sobre interpretar el cortometraje, que mientras la llamada transcurre, las etapas del duelo se van descubriendo y solucionando; pues creo que este monólogo de posible autorreflexión para la protagonista, le permite desenvolverse en su propia transformación. Esta superación de etapas y emociones nos permite ver a esta mujer iniciar el cortometraje con una furia tremenda, pasando por la rendición, el desgaste y la tristeza para terminar con la determinación y el coraje entintado con un poco de venganza que le permitirán soltar el pasado y aceptar su presente.
Lo que quiero decir, es que el movimiento se puede traducir en la transformación de las emociones y en la superación de las etapas propias del duelo de la protagonista. Suceden cambios graduales dentro y fuera de ella que le permiten comprender que dejar atrás y desaparecer en cenizas lo que alguna vez existió, será lo mejor para ella.
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