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El mito del racismo inverso

Gracias a Francisco Lobato por ayudarme a escribir este texto.


El tema del racismo ha surgido en México diversas veces en los últimos meses. Esta semana resurgió como otra conversación en el microuniverso de twitter tras una infografía publicada por la académica Viri Ríos sobre los privilegios de ser whitexican. Ante esto, el diputado local por San Luis Potosí, Pedro Carrizales, mejor conocido como el Mijis contestó desestimando los estudios compartidos por Viri Ríos. Las respuestas a este twit del Mijis no se hicieron esperar y atrajeron la atención de diversos activistas y organizaciones antirracistas como Tenoch Huerta y Racismo Mx. El Mijis terminó defendiéndose de una manera desafortunada… equiparando whitexican con términos racistas como negro, prieto o la n-word.

Pero ¿cuál es el problema con estas opiniones? El problema es que el racismo a la inversa no existe. Este mito, que se ha esparcido por México y el mundo a través de redes sociales ignora la historia y los orígenes socioculturales del racismo. Para entender esto, tenemos que empezar por orígenes del racismo. Aunque ha pasado por varias etapas que incluyen el genocidio, la esclavitud y la segregación de personas por tener un tono de piel más oscura, el racismo nace y opera de un orden colonial.


Tenemos que recordar que el colonialismo en México, y de América en general, vino siempre de Europa, de los habitantes blancos de aquel continente. Fueron ellos los que establecieron ese orden e instituyeron la discriminación que muchas veces permea hasta hoy; fueron ellos quienes compraban y vendían personas; fueron ellos quienes instituyeron leyes que separaban a las personas; y son las personas blancas quienes hoy le dicen “prieto” a las personas de tez más oscura. En México nunca hubo colonialismo “a la inversa”, esto es ni los aztecas, ni los mayas ni los tlaxcaltecas colonizaron o esclavizaron a los europeos. Esa es una de las razones por las que el racismo a la inversa no existe.

Si bien sí existen expresiones que pueden molestar a las personas de piel más clara, esto no es racismo, pues no les afecta sistemáticamente. Y cuando hablamos del sistema y las instituciones nos referimos no solo a las gubernamentales, sino a las sociales, económicas y políticas. Las actitudes racistas existen en todos lo ámbitos de nuestras vidas. En los antros, en los trabajos, en las universidades, en los aparatos estatales.


Por ejemplo, si cuando vamos al mercado escuchamos un “¿Qué le vamos a dar, güeritx?”, se está refiriendo a características físicas, pero no está siendo racista. Cuando leemos en Facebook que “los blancos no saben bailar”, se están usando estereotipos raciales para señalar a las personas de tez más clara, pero no están siendo racistas. Cuando se burlan de alguien por ser “whitexican”, se están refiriendo, también al tono de la piel, pero no es racismo. Sí, son expresiones basadas en prejuicios, pero no son expresiones racistas porque no significan una opresión.

Lo que sí podemos ver a nivel institucional son los privilegios que tenemos las personas blancas. Estudios de instituciones como Oxfam o el Colegio de México nos dan datos duros. 1 de cada 3 personas blancas pertenece al 25% más rico. O cuando vemos que el 25% de las personas blancas tienen educación superior, pero solo el 6% de las personas de tez oscura acceden a este nivel educativo. Seguir equiparando términos como whitexican a otros que se han usado para discriminar históricamente desvía la atención de las actitudes racistas de las personas blancas.


Si queremos crecer como sociedad, lo primereo que tenemos que hacer las personas blancas es reoconocer los privilegios que tenemos por el simple hecho de tener tonos de piel más claros. Es por eso es que para eliminar el racismo, hay que entenderlo, hay que entender qué es, y hay que entender que nosotros podemos colaborar más allá de dejar de ser racistas nosotros mismos. Como ha repetido Angela Davis: “en una sociedad racista, no ser racista no es suficiente. Es necesario ser antirracista.”




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